Y cuando hablo de un grupo, hablo de un grupo de música «popular»: pop, rock, folk, heavy, tecno, etc…
En general, cuando alguien inicia el estudio de un instrumento como el violín, suele tener en mente unos objetivos relacionados con el ámbito clásico. Es la primera idea que asoma al pensar en este instrumento. Por supuesto, sabemos que es utilizado en estilos de música de todo tipo, nacionalidad y época, pero pensamos que su espacio natural, donde está la cumbre de lo que podemos hacer con él, es en la música clásica, o culta. De hecho es hacia donde están orientados de forma mayoritaria los estudios de Conservatorio oficiales, y la mayoría de métodos de enseñanza.
Afortunadamente cada vez hay más escuelas o academias que buscan otros derroteros en la enseñanza, aunque lamentablemente, en el ámbito privado.
Cuando empecé a estudiar violín, como aficionado, sólo me planteaba aprender lo suficiente para tocar aceptablemente algunas piezas que me gustaban, mayormente del ámbito clásico, quizás compartir con algunos otros músicos aficionados (pianista, otros violinista, algún amigo con la guitarra), momentos interpretando temas que hubiera aprendido previamente.
Pero la vida te lleva por senderos inesperados. Una de las experiencias con las que mas he aprendido y crecido como músico aficionado ha sido formar parte de grupos musicales de diferentes estilos: he tocado en una banda de folk psicodélico, otra de pop-folk indie, he tocado con gente de todo el mundo gracias a internet, he hecho pruebas con bandas de rock, country o pop comercial, y ahora estoy ensayando con un grupo de bluegrass, intentando empaparme las claves de este tipo de música.
Y aunque me sigue gustando tocar clásico, (mis partitas de Bach, mis conciertos de Vivaldi…), debo confesar que si no hubiera probado tocar en grupos otros estilos de música me habría perdido probablemente experiencias y habilidades musicales que ahora me parecen básicas.
¿Qué puede aportarte tocar en un grupo?
1. Aprender otros estilos
En el mundo occidental vivimos demasiado aislados musicalmente hablando. Las radiofórmulas fabrican temas con las mismos recursos simples una y otra vez. Aunque gracias a internet tenemos acceso a prácticamente todo lo que se hace, difícilmente saldremos de nuestras estructuras mentales conocidas. Por otro lado, el mundo clásico desdeña la cultura musical popular, que considera superficial y vacua. Y sin embargo hay infinidad de estilos y formas musicales populares interesantes que nos pueden enriquecer. Por ejemplo, tocar y conocer lo básico del blues te puede llevar a empezar a entender el rock pero también el jazz.
Una de las claves del alejamiento entre la música clásica y la música popular es ese desdén mutuo. Antiguamente grandes compositores tomaban sus ideas, sus recursos y su inspiración de la música folklórica y popular, adaptándola y enriqueciéndola. Hoy no imagino a ningún compositor serio tomando en consideración, pongamos por caso, el «rap», como inspiración para componer nada.
2. Aprender a crear acompañamientos.
Por supuesto en una banda no te van a dar una partitura. Salvo que sólo hagas versiones, los temas hay que ir creándolos entre todos. Esa es una de las cosas más instructivas que puedes llegar a hacer. Si no has tenido una instrucción en armonía, te obligarás a entender como puedes usar los intervalos de tercera, quinta, séptima, etc… para acompañar una melodía. Y si tienes formación teórica, llevarla a la práctica una y otra vez te mostrará que teoría y práctica no siempre coinciden.
3. Aprender a improvisar.
Esto está algo relacionado con lo anterior. En realidad, podríamos decir que cuando te enfrentas por primera vez a la tarea de acoplar el sonido de tu violín a la estructura de una canción, lo primero que haces es, tocar por sus acordes, pero después debes buscar frases en diferentes momentos que acompañen: de algún modo, las primeras veces estás improvisando, hasta que estás contento con algo y ya lo fijas.
4. Aprender a armonizar tu ritmo al grupo.
Bueno, no hay director de orquesta, no hay metrónomo, el batería marca los ritmos, pero probablemente no estés acostumbrando a seguir a los demás y acoplarte a ellos. Tendrás que hacerlo pase lo que pase y eso es un buen ejercicio mental. Puedes equivocarte alguna nota pero no llevar el ritmo es mucho más grave.
5. Aprender a saber cuando callar.
A veces un tema no te necesita demasiado. Tenemos la tendencia a empezar a tocar todos y seguir así hasta el final. Con el violín y otros instrumentos a veces es mejor dosificarse, sino puede dar lugar a una música plana repetitiva, sin contrastes ni interés. Algo que no es muy sencillo, saber cuándo entrar y cuando quedarte en silencio escuchando.
6. Aprender a hacer solos
Los solos de violín quedan muy bien en muchos tipos de música, son la versión popular de las cadenzas en la música clásica, y crear un solo sobre la estructura de una canción es un ejercicio difícil y enriquecedor. Toca investigar, escalas, arpegios, dobles cuerdas, tonalidades…
7. Aprender a conjuntarte con tus compañeros.
Al principio estás enfrascado solo en hacer tu parte bien. Pero poco a poco te das cuenta de que lo importante es que todos toquéis con la misma intención, en armonía, que todo fluya…En música clásica suele estar bastante predefinido el papel de cada instrumento, de cada parte de la pieza musical, pero creando una canción todo eso hay que irlo decidiendo, y muchas veces en base a las sensaciones que tienes al tocar y escuchar a los demás. Sabes cuando un grupo va bien cuando se miran entre ellos, se sonríen, etc. Si cada uno sólo mira hacia abajo al suelo o a su instrumento, o bien son gente inhóspita, o no hay buena química. Los grandes músicos se entienden con sólo mirarse.
8. Aprender a actuar para divertir a la gente.
Porque es lo único que importa. La gente no quiere admirar lo bien que toca determinado músico, sino pasarlo bien y disfrutar la música. Así que mejor olvidar el ego.
9. Aprender cómo hacen música personas que no saben música.
A veces hay gente del grupo no sabe casi nada de teoría musical. Solo posiciones de su instrumento, y algunos trucos del estilo que tocan. No saben solfeo y una partitura es chino para ellos. Pero su experiencia musical es más física y directa, no parten de teorías ni razonamientos, sólo instinto, experiencia y buen gusto. Creo que hay cosas que aprender de esa forma de enfrentarse a una canción.
10. Aprender técnicas distintas a las que enseñan en las clases de instrumento.
Muchos estilos de música utilizan el violín de forma heterodoxa. Aprender trucos de fiddle celta, de ritmos de jazz o glisandos country enriquecerá tu visión de la música y tu forma de tocar cualquier otra cosa.
Propina. Aprender que la música popular es la base de todo.
Aunque tu estilo y tu carrera vaya a ser la música clásica, creo que no deberías evadirte de tocar canciones que están en la base de tu cultura. Son los elementos básicos sobre los que luego se pueden edificar estructuras más profundas. Grandes compositores clásicos conocían y disfrutaban la música popular de su tiempo, la que oían en su niñez, en los bailes, en las fiestas populares. No es que tenga que gustarte el reggaetón o el punk,pero seguro que hay géneros en los que puedes sentirte cómodo tocando.
¿Y dónde encuentro gente para formar un grupo?
En la web puedes buscar en sitios como estos:
También puedes ir a tablones de anuncios en locales de ensayo, escuelas de música, etc.
Yo ya lo hago:
http://musiquisima.over-blog.com/2016/04/concierto-de-primavera-en-el-centro-cultural-de-la-urbanizacion-la-fresneda.html
Genial Bea, esa experiencia es más útil que muchas horas de estudia. Y veo que te has lanzado con un blog, otra buena iniciativa con la que se aprende un montón (sobre uno mismo sobre todo). Te agradezco tu comentario y el que hayas compartido cosas de Deviolines.