Imagen de portada: Violín de José Contreras de, 1741. Foto de Rafael Vargas. Fuente Museo de la Música de Barcelona.
Con pequeños matices, casi todos los especialistas coinciden en la apreciación de que los mejores violines jamás creados se manufacturaron en Italia a comienzos del siglo XVIII. Muchos nombres de aquella época y esas zonas se han vuelto legendarios y sus precios estratosféricamente desproporcionados. Un nombre italiano nos parece que confiere un marchamo de calidad a cualquier insturmento que lo posea. Algunos extenderán su apreciación a creadores de Alemania o Francia, pero aun así, lo italiano en luthería alcanza un estatus en términos de imagen que ningún otro país posee.
Pero, aunque estos nombres han ganado su fama con motivos más que poderosos, existen algunos creadores con nombres nada italianos que pueden hablar de tú a tú con los Stradivarius, Amati, Guarnerius... y algunos de ellos suenan español.
José Contreras, «el Granadino», es probablemente el luthier español de violines más reconocido y valorado en todo el mundo. Cómo y el por qué este humilde constructor de guitarras de Granada pudo llegar a convertirse en uno de los más fieles émulos del maestro Stradivari, en una época en la que muy pocas personas podían permitirse realizar viajes a otros países, es lo que voy a intentar contar en este artículo.
José Contreras nació en Granada en 1710, donde como hemos dicho comenzó a ganarse la vida en el oficio de constructor de guitarras. Con 27 años se trasladó a Madrid instalándose en en la calle del Olivar, barrio de Lavapiés, donde permanecería hasta 1743, fecha en la que trasladó su taller a la calle Atocha, donde continuaría trabajando hasta su muerte en 1782.
En Madrid, nuestro protagonista parece que prosperó ya que consiguió llegar a ser nombrado durante el reinado de Felipe V «Violero de la Reyna», así como «Reparador de los instrumentos de Su Majestad» y tratado como miembro del personal de palacio, recibiendo órdenes del propio Rey y de la Nobleza.
Era aquella una época de furor por las modas musicales italianas en las cortes europeas, y la española en ese aspecto estaba a la cabeza en cuanto a obsesión por importar y coleccionar los mejores instrumentos (y músicos, pensemos en el castrati Farinelli) que los grandes luthieres italianos producían. Todos conocemos el famoso cuarteto Stradivari del Palacio Real, pero es que en época del reinado de y Carlos IV la corte y aristocracia española llegó a albergar una riqueza instrumental que incluía más de cuarenta Strads amén de Guarneris y otros muchos de entre los mejores de su tiempo.
Violín de José Contreras 1767. Fuente: The Golden Age of Violin Making in Spain
De modo que Contreras se encontró con que gracias a su puesto en la Corte tenía a su disposición el cuidado, ajustes y reparación de un increíble tesoro formado por muchos Stradivarius, Guarnerius y Amatis, probablemente una de las mejores colecciones de instrumentos de cuerda frotada que hayan existido, y de este simple contacto diario, de realizar reparaciones y cuidados, sin haber tenido maestros italianos ni haber viajado para aprender el oficio, fue adquiriendo en un proceso totalmente autodidacta las claves de construcción de estos grandes maestros. Fue especialmente seguidor y discípulo (en la distancia) de Stradivari, ya que fue al que más fielmente imitó, (o copió) aunque también tomó detalles de Guarneri, de quien, por ejemplo, en alguna ocasión copió aspectos como la forma de las efes.
José Contreras comenzó en una época en la que el gusto aún se decantaba por las familias Stainer y Amati, pero él supo ver desde el principio que el de Stradivari era el legado que había que abrazar y es el que utilizó como base para sus creaciones y modificaciones de otros instrumentos, adelantándose a una corriente que sería la mayoritaria años más tarde.
Análisis dendrocronológicos han demostrado que incluso las maderas que utilizó coinciden consistentemente con las de Stradivari y Guarneri.
Violín de José Contreras 1767. Fuente: The Golden Age of Violin Making in Spain
José Contreras siempre estuvo orgulloso tanto de su origen como de adónde había llegado, y ese orgullo lo reflejó en las etiquetas de su mano, que pregonaban ambas circunstancias: «Matriti Per Granademsem Josephum Contreras ann 17xx»
Desgraciadamente, su producción fue algo escasa, y no se conservan demasiados instrumentos originales de su mano, pero todos los que han llegado hasta nosotros son piezas de soberbia factura, con maderas de gran calidad, poco abovedadas, cantos repujados realzados por un filteado magníficamente realizado, comparable a Stradivari, y con un barnizado de una transparencia y calidad inmejorables.
Este nivel de excelencia ha hecho que las subastas de todas sus piezas alcancen precios muy elevados en todo el mundo, y que grandes figuras como Nigel Kennedy, Leonidas Kavakos o Shlomo Mintz hayan tocado un violín Contreras.
Violín de José Contreras 1770. Fuente: Tarisio
José Contreras murió en 1782 pero su influjo se transmitiría a otros artesanos, como su propio hijo José Melitón Contreras, quien no vivió demasiado y no ha dejado por tanto tampoco una gran producción, pero cuya obra, igualmente heredera de Stradivari, también se valora mucho. Trabajó igual que su padre reparando las piezas de la colección real. El sonido de sus violines es muy potente y aterciopelado, lo que los convierte en auténticos instrumentos de concierto, por lo que los precios también son muy elevados.
Otro destacado nombre de la época de lo que se ha venido en llamar «Edad de oro de la luthería en España» fue Vicente Asensio, apodado «El Cura» por su sacerdocio, y que fue también nombrado luthier oficial de la Casa Real y sería quien, por ejemplo, se encargaría de la conservación del famoso «Cuarteto Stradivari». Su sobrino Silverio Ortega heredaría tanto el puesto en la Casa Real como las dotes constructivas de sus antecesores.
Vemos por tanto que fue la querencia de los miembros de realeza y nobleza españolas por las modas y tendencias musicales italianizantes de la época las que permitieron que se alcanzara un gran nivel de luthería en nuestro país en el siglo XVIII, y unas formas muy italianas. Y, como muchas veces sucede en nuestro país, fruto también de la curiosidad personal de los protagonistas, del autodidactismo y del genio, más que de ningún sistema de enseñanza o transmisión de conocimientos medianamente organizado, tal como sucedía en los sistemas de talleres familiares.
Otros nombres importantes que deberíamos reflejar que en el siglo XVIII hicieron grandes instrumentos el influjo de José Contreras: Joan Guillamí, y su hijo en Barcelona, Silverio Ortega y Francisco Gand en Madrid, y Josephus Cabello en Córdoba.
Violín de José Contreras, de 1741. Fuente: Museo de la Música de Barcelona. Fotografía
Afortunadamente, el valor de estos pioneros está siendo reconocido y valorado en su justa medida. Coleccionistas y músicos los conocen y aprecian y su legado sirve de inspiración para muchos creadores actuales.
A destacar, la labor del músico y luthier Jorge Pozas quien, a través de su trabajo en la publicación del espectacular libro The Golden Age of Violin Making in Spain, y de su colección de instrumentos históricos de luthieres españoles, ha realzado y puesto en su justo valor nuestra historia.
Edición del libro The Golden Age of Violin Making in Spain. Fuente: Violinmakingspain.com