«Errar una nota es irrelevante, pero tocar sin pasión es imperdonable.»
Ludwig Van Beethoven
Desconozco si esta cita es auténtica o no, pero me parece adecuada para este hombre. Porque me gustan especialmente los violinistas heterodoxos, esos tipos (o tipas) un poco locos que parecen no haber casi pisado el Conservatorio, como si hubieran encontrado un violín en la calle y si hubieran puesto a experimentar con él. Puede que no tengan una técnica impecable, adoptan posturas poco recomendables, su vibrato no es académico, abusan de vicios y su producción de sonido es pobre (posiblemente me sienta identificado con todos esos defectos). Y sin embargo, se meten dentro de su instrumento, desaparecen en su interior, nos parece escuchar directamente su alma, con sus particularidades, manías y virtudes, y consiguen transportarnos a donde ellos están. Hay violinistas que parecen sentir la necesidad de tocar el máximo número de notas en el menor tiempo posible, de hacer de su actuación una demostración de capacidad técnica y musical; otros carecen de pudor y se entregan a una sinceridad brutal en la que sólo importa sumergirse, llevar al público a un estado anímico especial.
Conocí a Warren Ellis no hace mucho, escuchando su colaboración en algunas bandas sonoras que ha compuesto junto a Nick Cave. La desolación que experimentamos en «The Road«, o el ambiente trágico de «El asesinato de Jesse James por el cobarde Robert Ford«, cuya banda sonora por cierto es fantástica, responden en gran parte a su obsesiva manera de tocar, su capacidad para sumergirnos en estados de trance.
Biografía
Warren Ellis nació (el mismo año que yo) en Australia de, según sus palabras, ancestros de origen inglés. Estudió violín clásico, trabajó de maestro de escuela y viajó por Grecia, Hungría, Escocia e Irlanda. Participó en diversos proyectos teatrales, colaboró con diversos grupos y solistas antes de formar, en 1992, su banda más longeva y también la que mejor le caracteriza, «Dirty Three«. Una sencilla agrupación de una guitarra, una batería y un violín, sin voces, sin líderes, con gran carisma y mucha libertad.
Como muchos otros genios, Ellis no se ha limitado al violín, también toca la viola, el piano, el bouzouki, la guitarra, la flauta y la mandolina.
En 1995 fue invitado a participar en la grabación del nuevo disco del prestigioso Nick Cave y sus Bad Seeds; parece que el resultado de esta colaboración le encantó a Nick Cave, puesto que a partir de entonces no han dejado de hacer cosas juntos, formando incluso una banda paralela, Grinderman, con la que han grabado un par de albums.
A partir de 2005, y de la mano de Nick Cave de nuevo, comenzó una fructífera y labor de compositor e instrumentista en bandas sonoras como la ya mencionada «El asesinato de Jesse James…», «The Road«, «The Proposition«, «Days of Grace« o el documental «West of Memphis«.
Su quejumbroso sonido en la película «The Road«:
Y, aunque toda esta música sería impensable sin su sensibilidad y el sonido de su violín, y su nombre está impreso en el mismo cuerpo tipográfico que el de Cave, parece que en realidad Warren Ellis prefiere situarse en un segundo plano, y la mayoría de la gente piensa siempre en el famoso Nick Cave como cabeza autora de toda esa música.
Dirty Three
Pero aunque su nombre sea sobre todo conocido por su relación con Nick Cave, es su primer grupo Dirty Three, el que mejor le define y donde expresa de forma más auténtica su verdadera personalidad. La banda la forman una improbable combinación de batería, guitarra (o bajo) y violín, casi siempre sin voces, que fluye de forma muy natural en un estilo indefinible entre el rock, la psicodélica, toques de jazz o blues, o incluso folk.
Dirty Three se formó en 1993 por la necesidad de pagar el alquiler. Nuestra preocupación principal al empezar era intentar tomar una foto de la banda en un ensayo. Al principio la banda tocaba música de fondo en la esquina de un bar, un bar probablemente no muy diferente de tu sala de estar. El volumen de la banda sobrepasaba el lugar. También tuvimos algún problema con el robo de un cubo de la fregona.
Antes de que Warren dejara que una barba se lo comiera:
Desde 1998, Ellis decidió vivir en París junto a su mujer francesa y sus dos hijos. Sin embargo, sigue teniendo tiempo para juntarse con sus amigos de Dirty Three para grabar de cuando en cuando, y su último álbum, de 2012 es una muestra de que están en plena forma y con una compenetración perfecta.
Uno de sus últimos conciertos, dentro de esa delicia de actuaciones que son los «NPR Music Tiny Desk Concert»
Enfín, ya es mi nuevo violinista no clásico favorito (soy muy cambiante en eso), así que he empezado a dejarme crecer el pelo y la barba a su libre albedrío.
Espero que también, como a mí, os transporte.
La verdad es que Bethoven era Bethoven y creo sinceramente que tenía razón en lo de la pasión. Yo particularmente respeto todo tipo de Música, pues vivo el presente. Lo que habría que preguntarse es, lo que pensaría Bethoven si oyera a éste Warren Ellis u otros de su estilo, si se levantara de su tumba. En fin, estimo que le daría algo, como un patatús. ¡creo!
Es impensable puesto que ha pasado tanto tiempo que un Beethoven transportado en una máquina del tiempo se volvería loco no sólo por cómo es la música ahora, sino por mundo en general. Muchas cosas le encantarían, aun así. Lo que habría que preguntarse es qué pensaría un Beethoven nacido en este siglo, con la mentalidad del siglo XXI, y qué tipo de música compondría él ahora.
Por otro lado, y aunque las fronteras entre los distintos estilos de música se difuminan cada vez más, no se puede comparar un gran compositor clásico con un intérprete de música popular, cada uno está en un mundo diferente, y su mentalidad también difiere.
También he salido muchas veces perplejo del Auditorio Nacional, tras haber escuchado algunos experimentos de música clásica contemporánea que, probablemente, también sacarían a nuestro sordo genial de sus casillas.
Yo debo reconocer que la música de Warren Ellis sí que me transmite cosas, buenas, malas, inquietantes, perturbadoras, pero me llegan, y eso es para mí lo importante.
Recuerdo el anécdota de Ravel criticando vehementemente a Stravinski enajenando su Música. ¿Te imaginas lo que diría de este Warren Ellis, entre otros de su especie? ?????
Estimado Chusman: con todos mis respetos hacia la Música de todos los tiempos, como Músico que soy ( y además Violinista), comparto tus inquietudes acerca de la contemporaniedad del momento. Pero (no se si será por los años), pero, no me negarás que hoy día impera el ruído por encima de aquellos sonidos que nos hacían vibrar. Hoy estos ruidos lo que nos hacen es….bueno, bueno. ¡Ayá cada cual!, pero no me vas a convencer. Que os siente bien esta Música, pero yo prefiero a Sibelius, entre otros muchisimos. ¡Con mis respetos!
Por supuesto José María, Sibelius, los grandes del período romántico, son palabras mayores, podríamos decir que son la cumbre musical en el repertorio de violín. Difícilmente se crearán ya obras así, tan grandiosas y profundas. Pero el siglo XX lo cambió todo, introdujo muchas músicas nuevas, desde el jazz al punk, y así se nos ha modificado nuestra sensibilidad.
Lo bueno es que hay tanta música que siempre hay una para cada persona, una que nos llega y conmueve. Pero ninguno está equivocado, lo que se siente siempre es lo correcto.
Yo también he sido músico profesional (se me ha pagado fundamentalmente por tocar la guitarra eléctrica) y hace ya mucho tiempo que oír ejecutar escalas y arpegios a toda velocidad en varias octavas no me impresiona. Deje de tocar y escuchar música (versión corta) por puro aborrecimiento. El violín, desde hace pocos meses, consiguió que recuperará el gusto por tocar(¡hasta estoy desempolvando mi viejo Home Studio!), que no por oír, música.
Más allá de cuales consideraciones, a mi Ellis me parece un intérprete patillero*y Sibelius un tostón que no da para más de 5’. No soy el único que aborrece a Sibelius, por ejemplo el crítico y teórico alemán Theodor Adorno le considera un compositor amateur y anticuado. Pero, por supuestísimo, no estoy es posesión de ninguna verdad absoluta por lo que me adhiero a la proposición de Chusman (bravo): lo que se siente siempre es lo correcto.
Con mis respetos, un saludo.
*Patillero: en el argot de los músicos de rock, dícese de aquel interprete que conociendo unos pocos riffs y escalas pentatónicas, se lanza al ruedo con el histrionismo de un divo.
No sé si será patillero, pero desde luego lo que no hace es «tocar escalas y arpegios a todas velocidad en varias escalas». Más bien al contrario, su estilo es muy monocorde, mucha nota obsesiva, mucha nota pedal, mucha creación de atmósferas (por algo le va tan bien componiendo BSO’s). Pero vaya, si entras en el estado un poco trance que propone, me resulta muy, digamos, «benéfico».
El histrionismo es insufrible cuando es impostado, no es el caso.
No, desde luego lo que no hace Ellis es “tocar escalas y arpegios a todas velocidad en varias escalas”. Más bien me refiero con ello a ciertos conciertos y sonatas para violín (y otros instrumentos) del repertorio clásico que más parecen una colección de ejercicios que música inspirada. Esa critica también se puede aplicar al algunos jazzistas y a cierto rock progresivo.
Por otro lado comprendo que te guste Ellis, no me supone ningún problema. Mi exposición trataba de explicar –asumo que me ha salido muy mal- que aun no gustándote ni Ellis ni Sibelius, ello no implica que sean mala música. Se suele decir que hay dos tipos de música, la buena y la mala, lo que acaba convirtiéndose en: la que le gusta al que expone sus afectos por buena música y la que no le gusta por mala música. Es un debate estéril.
A ti te gustan Ellis y Sibelius, está bien. A Soriano le gusta Sibelius pero no Ellis, bien. A mí ni uno ni el otro, ok. Tú lo sintetizaste muy bien: lo que se siente siempre es lo correcto. Lo que resulta molesto es la actitud sectaria de quienes desprecian los géneros que no les son afines.
Saludos.
Pd.: me siento impulsado a aclarar que el que oír ejecutar escalas y arpegios a toda velocidad en varias octavas no me impresione, no significa que lo desprecie si no que se necesita algo más para captar mi atención.
Bueno bueno, sobre esa acusación hacia Sibelius, mejor no comentar pues dichos comentarios son propios de insensibilidad humana. Así que dejemoslo estar y adiós muy buenas. Como dicen los ingleses ¡NO COMENT!.
Y en cuanto a otras opiniones (por supuesto reitero mis respetos por todo tipo de Música), lo mismo pasa con Bethoven, y que en pintura sería un Un Leonardo da Vinci un Rafael o un Miguel Angel, o si quieres un Antonio Stradivarius, que después de 300 años no hay cojo….pipi, de nisiquiera hacer una copia decente de aquellos instrumentos que hoy están valorados en millones de euros. ¿Que le pasa a nuestra era que se defiende tanto? ¿cuando se va a valorar lo ancestralmente artesano de antes con el falso tecnicismo del hoy?…¡ que como se vaya la luz no habrá velas para darle vida ni a Internet, ni a la guitarra eléctrica pero si las habrá para crear una novena sinfonía!.
NOTA. Esta es la última intervención que hago sobre mis ideas, pues no es mi intención ni convencer ni prevalecer sobre mis convenciones. Amen
Por favor sr. Soriano, no insulte ¿brutos insensibles somos Theodor Adorno y los que no gustamos de Sibeluis? Un poco de madurez, caballero, su reacción es idéntica a la de mi sobrinilla de 13 años cuando pongo un duda la calidad de su ídolo Justin Biever. En fin, ya que no compartimos gustos musicales, quizá podamos compartir gustos literarios. Permítame pues recomendarle el ensayo del eminente psiquitra Wilhem Reich, «Psicología de masas del fascismo», lectura que confío pueda resultarle esclarecedora.
Se contradice usted gravemente cuando argumenta la falta de valorización de lo ancestralmente artesano cuando, solo una frase antes, se refiere a que(sic) aquellos instrumentos hoy están valorados en millones de euros. Además, usted debe desconocer sin duda el resultado de la comparación de esos violines con los de moderna construcción cuando se hace una cata a ciegas. Trate de ilustrarse al respecto.
¿Falso tecnicismo? No entiendo ese adjetivo aplicado a tecnicismo (ni el resto de la frase, la verdad). La técnica puede ser buena, malo, adecuada, desfasada etc. ¿Pero falsa? No tiene sentido. En todo caso, Bethoven o Leonardo etc. utilizaron las técnicas más modernas que hallaron a su alcance. ¿De verdad cree que un piano o un órgano o una tuba o los ingenios que desarrolló Da Vinci etc … no son el producto de la más alta tecnología de su época? Si es así, está muy equivocado. ¿Y qué cree que habría sucedido si Bach o Bethoven, en lugar de llevar su música más allá de donde la encontraron, se hubieran dedicado a reivindicar la música del medievo frente a sus contemporáneos? Exacto, no habrían ni 9ª Sinfonía ni Los Conciertos de Brandenburgo.
En todo caso, si se hubiese usted molestado en tratar de entender lo que expuse, habría comprendido que mi aborrecimiento de Sibelius no es particular si no general y que no se refiere tanto a una valoración musical como a un estado mental particular: actualmente no tolero escuchar mas allá de 5′ no solo a Sibelius si no al 99,995% de todas las músicas, ancestrales o modernas. Y no, no se trata de embrutecimiento, si no que, aquí no le falta algo de razón, el exceso de tecnicismo mata a la pasión. Y que no soy el único ni el primer músico que sufre de este mal, se lo puedo asegurar con toda certeza, lamentablemente.
Les deseo un bonito día.
Puede gustar o no la música de Sibelius, eso es obvio, pero no se puede negar su talento ni su personalidad musical. Su música es de una época en la que los compositores tomaban partido por diferentes corrientes modernistas, pero Sibelius se mantuvo apegado a la armonía tonal, y eso le granjeó el menosprecio de muchos vanguardistas de la época que no toleraban que se siguiera componiendo con los cánones del pasado. Adorno en realidad fue un teórico, y un músico fracasado, no entendía la música como pura necesidad interior, sin teorizaciones, mientras que Sibelius aún hacía música, a mi parecer, desde una perspectiva romántica muy personal, y muy nacionalista (hay que comprender también la situación política de entonces) que en aquella época podría parecer trasnochada. Sin embargo otros grandes como Bartok, a quien no se le podría llamar en ningún caso conservador, y que carecía de prejuicios, lo elogiaron.
Por otra parte, que un músico profesional aborrezca casi cualquier música no deja de ser una desgracia. Puede que sea un caso parecido al mío, cuando estudié Bellas Artes, perdí todo el placer de pintar y dibujar a fuerza de tomármelo demasiado en serio.
Respecto a los violines, ciertamente es una de esos objetos que en siglos no ha podido ser mejorado, sólo igualado.
En fin, espero que el debate no se avinagre demasiado, simplemente intentemos no entrar en la descalificación personal y centrémonos en las ideas y/o opiniones.
Perfectamente de acuerdo con algunos matices.
Te puede gustar Sibelius pero es innegable que es un autor anticuado. Parece imposible que sea contemporáneo de Debussy, por ejemplo, autor por otra parte mucho más dinámico y ameno para mi gusto (me da para casi 20’ ;-) ) Corrígeme si me equivoco, no conozco a fondo la obra de Debussy, pero lo que conozco no me parece que sea música atonal (La mer, Preludio a la siesta de un Fauno, claro de luna … ) Sin embargo conozco autores contemporáneos que en la intimidad reconocen que les encanta escribir bandas sonoras porque les permite escribir la música que realmente les gusta sin ceñirse a los cánones contemporáneos. También conozco intérpretes que añoran ser contratados para tocar a Bach. Si podría ser ese el caso de Sibelius adecuado a su tiempo, y no su amteurismo como afirma Adorno, ciertamente lo desconozco.
No sabía que Adorno fuera músico, le conozco un poco como filósofo y menos como crítico musical, aunque se afirma que los críticos son autores frustrados…
Que un músico profesional no escuche música por placer es muy habitual, por pura saturación. Es incluso lógico. Lamentable, tal vez, pero yo no diría tanto como una desgracia. Como mínimo puedo asegurar que no se echa de menos, más bien al contrario, resulta un descanso. Hay mucha vida más allá de la música y de vez en cuando, venciendo la pereza, la música en directo no me sienta mal.
En todo caso, el silencio, como cualidad sonora, es prácticamente insuperable y como cualidad mental, es una bendición.
Bien, soy un novato absoluto con el violín, solo conozco un con algo de fundamento el sonido de mis violines, uno acústico y par de eléctricos. Sin embargo, se me ocurren varias consideraciones.
– Por ejemplo, los pianistas se adaptan al instrumento que encuentran en la sala si el instrumento es de calidad y está bien afinado.
– En mi carrera profesional he utilizado habitualmente guitarras que por precio se consideran gamas medias. En general, las gamas altas suelen ser instrumento más bellamente acabados lo que justifica el sobreprecio. Con excepciones, una guitarra eléctrica de 1500€ suena muy bien y resulta perfectamente adecuada para su uso profesional. He considerado últimamente el adquirir una guitarra de gama alta, pero lo he descartado. ¿Por qué? Sin probarlas a fondo durante al menos varias horas es muy difícil valorar, estética aparte, si pagar 2000 o 3000€ más vale realmente la pena. ¿Cuántos violinistas han podido probar violines de alta gama durante horas y han podido compararlos con violines con pedigrí para decidir con cual disfrutarían más por sus cualidades puramente acústicas? Pocos me temo A mí me resulta difícil de creer que un violín valga 50.000€ por solo sus cualidades sonoras y directamente imposible de creer que el precio de millones de euros de un Stradivarius se justifique solo por su sonido. Lo que si tengo claro es que nunca tendré la ocasión de comprobarlo.
Anteponiendo a la siguiente afirmación mi gusto por (tratar de) tocarlo (sobre todo el acústico, los eléctricos casi no los uso por el momento), quizá el hecho de que el violín no haya sido mejorado en siglos lo convierta en un instrumento anticuado.
Quiero de decir con ello que echo de menos el uso del violín como instrumento importante en música moderna. Pareciera que los violinistas, salvo contadísimas excepciones, no se atreven a explorar las nuevas sonoridades que les aportaría el violín eléctrico. ¿La ya exuberante “narrativa” de la guitarra eléctrica les amilana? Sin duda deben haber otros motivos. Creo que se necesitaría una nueva y buena generación de violinistas osados capaces de evolucionar el sonido del violín eléctrico, diferenciándolo del sonido de la guitarra eléctrica, para crear un estatus reconocido al violín como instrumento en la música moderna. Y no, no creo el fenómeno de las violinistas pop responda a lo que reclamo ;-) .
Para acabar, creo que es de recibo reclamarle, como mínimo, la debida madurez y respeto a quien cataloga los comentarios que no comparten sus afinidades como propios de insensibilidad humana. Espero que no vuelva a ser necesario.
Saludos.
Lo cierto es que con Debussy se empieza a entrever el cambio total que se produjo en el siglo XX. No en vano compartió, desde el terreno musical, la revolución que se produjo con los impresionistas. Con La mer por ejemplo, donde ya se aprecia cómo se empieza a dejar la tonalidad, la melodía, en un lugar secundario, utilizando cromatismos que no siguen la pauta tónica, dominante, subdominante, etc.
Bernstein lo explica muy bien en sus estupendos Conciertos para Jóvenes.
No sé si has leído el libro «El ruido eterno», es una historia fascinante sobre la música contemporánea y también explica muy bien cómo se produjo el proceso de búsqueda de nuevas músicas en el siglo XX.
En cuanto al valor de los violines, ciertamente es un tema recurrente y discutido. Evidentemente los Stradivarius, Amati, Guarnerius, etc. deben gran parte de su precio a su valor cómo objeto histórico, escaso, exquisito. De la misma manera también pongamos, un jarrón de la dinastía Ming puede ser carísimo si resulta que sólo hay 200 en el mundo. Estos violines fueron pioneros y lo milagroso es que aún hoy siguen sonando maravillosamente, y se siguen tocando por los mejores violinistas del mundo (clásicos). Hay quien poéticamente piensa que tienen la memoria de muchos intérpretes y la transmiten a quienes los tocan. El aroma, el sonido, de la madera antigua es difícil de igualar, dejando de lado su calidad, proyección, el color, etc. Aunque también creo que en todo esto hay mucho de mística. Ciertamente es un instrumento con un aura que no tienen otros. Es el instrumento que toca el diablo, el que encierra leyendas, misterios y magia.
Al final el sonido es muy importante, pero tocar un instrumento de siglos que ha pasado por manos que han dejado la impronta de sus vibraciones en la madera, construido con técnicas y materiales que aún hoy no se conocen completamente, y que sigue siendo el modelo a imitar, esa sensación yo creo que no se puede lograr con un violín recién construido, por muy bueno que sea. Todo muy subjetivo, pero es que un músico trabaja también con sensaciones subjetivas.
También hay guitarras de Stradivarius, aunque parece que los guitarristas no le dan tanta importancia.
En cuanto a lo que comentas respecto a que el violín se ha quedado como un instrumento que sólo toca música antigua, quizás tengas razón. Aunque las orquestas sinfónicas siguen programando e interpretando música clásica contemporánea, con los instrumentos clásicos, no parece que el violín como instrumento solista tenga protagonismo en la música que se hace hoy.
Parece que la música popular desde el blues ha ido dando cada vez más importancia al ritmo. No se concibe un hit sin un buen bajo y una batería marcando ritmos. Pero el violín es un instrumento cuyo fuerte es la línea melódica, le cuesta crear ritmos o tocar marcando mucho las notas. Además de sus limitaciones para tocar acordes o polifonías, su sonido a madera lo aleja de estilos actuales. En el siglo XX contribuyó al desarrollo musical en el blues, el jazz manouche, folklores del mundo como el de la India, el árabe o el folk norteamericano, pero poco más. Y creo que tiene posibilidades de hacer más cosas. Me gustan por eso instrumentistas que intentan explorar e integrar el instrumento en temas contemporáneos, como este Warren Ellis (aunque sé que musicalmente es sencillo), la viola de John Cale, en sus tiempos Jean Luc Ponty, Paul Giger, etc.
Por otro lado entiendo un poco a José María, que cuando nos tocan a los músicos de nuestro santoral, a veces saltamos ante el sacrilegio.