Hacía mucho tiempo que quería ir a ver una actuación de Ara Malikian. Así que, cuando los chicos de Blog on brands me ofrecieron la posibilidad de acudir a un evento que organizaba la marca Glenfiddich, en la sala Studio Pradillo 54 hice lo posible por acudir.
Ara Malikian es ya una celebridad, no sólo dentro en el ámbito musical, sino que es una figura habitual tremendamente mediática y reconocida a todos los niveles. Y esto es debido a una impresionante capacidad de comunicación, a su forma de convertir todo lo que hace en un juego, en un acontecimiento lúdico, entrañable, emotivo, accesible. Es imposible verle sin sonreír, y es que transmite siempre un enorme cariño y afabilidad que lo convierte en alguien cercano. Seguramente ha empujado a muchos niños a estudiar el violín sólo por haberle visto.
Tras sus actuaciones, que os adjunto aquí abajo, me acerqué a intentar hacerme una foto con él, después de varias personas más que querían hacer lo mismo, y le expliqué atolondradamente que tenía este blog, que le admiro hace tiempo, etc., pero mi timidez congénita y el hecho de que hubiera bastantes más personas esperando a fotografiarse con él, me impidió pedirle que me contestara algunas preguntas que tenia pensadas. En cualquier caso, es increíble la amabilidad con la que hablaba con todo el mundo, a pesar de que tendría que estar harto de que le acosase la gente.
El evento me gustó especialmente por varias razones. Por un lado, está relacionado con mi actividad digamos seria, ya que en el ámbito de la publicidad en que trabajo, desarrollamos salas inmersivas como la que se montó para la actuación. Proyecciones en todas las paredes que crean un ambiente especial, con bonitos y sugestivos efectos de iluminación y sonido.
El evento era en realidad una presentación y cata de whisky Glenfiddich, que quiso ilustrar poéticamente con palabras, imágenes, y la música de Ara Malikian. Tras cada presentación de una añada, el bueno de Ara realizaba una interpretación inspirada en las características de dicho tipo de whisky, algo muy subjetivo pero que no dejaba de ser sugerente.
¿Qué tal la música?
En fin, en estos casos me suelo plantear la importancia de los aspectos no estrictamente musicales: la presencia, la coreografía, la capacidad de expresión, el influjo que la imagen del intérprete causa en nuestra percepción general de la música. Algo que no siempre se cuida y en lo que Ara Malikian es un absoluto maestro.
Cosas que me llamaron la atención: que el arco era un total desastre, nunca he visto un arco en peores condiciones, absolutamente despeluchado, no sé cómo podía tocar con él, menos mal que estaba amplificado. Que tampoco limpia mucho su instrumento, que mostraba una preocupante capa de polvillo blanco, y que de todos modos se lo perdonamos.
Ara Malikian toca y ha tocado de todo: desde su formación clásica de niño prodigio en Líbano, en la que ha ganado todos los premios y ha tocado muchísimo repertorio, hasta sus innumerables incursiones en estilos de todo tipo, folklóricos, tango, modernos, etc., participa en programas de televisión musicales para niños, en actuaciones músico-humorísticas, en proyectos filantrópicos, en fin, le sigo en Facebook y todas las semanas está haciendo algo distinto, es una locura tal que no sé cómo puede cubrirlo todo.
Así que tocó piezas con diferentes sabores y aromas, como corresponde a la cata que estábamos disfrutando. Y consiguió que saliéramos, como siempre consigue hacer, con una sonrisa y el corazón alegre.
Os dejo las grabaciones del evento, (las mías con el iPhone son mucho peores), si queréis podéis pasar hasta la mitad más o menos para ir directamente a la música. Cada uno de los temas corresponde a un tipo de whisky según su edad: 12, 15 y 18 años respectivamente.
Gracias a Glenfiddich y a Blog on brands
Adoro a este violinista, es maravilloso.
Se nota que no tienes oído…
Gracias por la reseña del evento y me pondré a escuchar a este grande!
Malikian no merece fama alguna. Este personaje no solo hace gala de su «virtuosismo» desafinando mientras se contorsiona desencajado, sino que encima tiene el valor de criticar a los músicos ‘clásicos’ siempre que tiene ocasión, para excusar su falta de disciplina y de estudio…
Qué violinista más malo, en todos los sentidos; porque hay que ser mala persona y tener más cara que espalda para faltar al respeto a la Música de la manera en que él lo hace y estafar así a la pobre gente (analfabeta e ignorante), aprovechándose del mediocre nivel intelectual y cultural de este país de pandereta, donde la gran mayoría no tiene oído ni conocimientos musicales.
Nunca comprenderé como este ‘artista’ pop puede incluso tener imitadores que aspiran a ‘ser como él’, habiendo violinistas actualmente de la talla de Leonidas Kavakos o Isabelle Faust. Sí, me refiero a esos enormes músicos clásicos a los que él siempre critica – si nos remontamos al pasado podríamos hablar también de Oistrakh, Kogan, Heifetz, etc. Esos sí son y fueron buenos violinistas, muy diferentes del Malikian de hoy en día: un tipo sin ninguna calidad de sonido, que aprieta y que hace años que ya no estudia (por eso tiene que tocar amplificado y ecualizado); el ‘músico’ que guarrea y desafina más que ningún otro profesional (clásico, jazz o pop) que yo haya escuchado en toda mi vida… Porque se puede hacer música de calidad sin importar el género, pero a Ara no le da la gana porque es más fácil y cómodo vivir del cuento, ¿verdad?
Esta falta de matices en la crítica creo que le quita toda credibilidad. Por supuesto, cada uno es muy libre de que le guste un artista u otro, un tipo de música u otro, pero esta animadversión casi patológica (¿Ara Malikian mala persona?) hace que no me tome este comentario como una crítica razonable.
Ara Malikian ha sido alumno de gente cono Ruggiero Ricci, Ivry Gitlis o miembros del Alban Berg Quartet. Ha ganado, entre muchos otros, los premios Félix Mendelssohn, Pablo Sarasate, Niccolo Paganini y Zino Francescatti.
Además de actuar como solista en Orquestas prestigiosas de todo el mundo (Tokyo, Bamberg, Virtuosos de Moscú, Génova, etc.) también fue seleccionado y ha ejercido de concertino en la Orquesta Sinfónica de Madrid, con la que ha interpretado varias obras como solista.
No sé a santo de qué viene mencionar y compararlo a leyendas como Oistrakh, Kogan o Heifetz como si todo el que no alcance ese nivel técnico tuviera que abandonar el oficio de músico.
Ara Malikian es una persona que ama la música clásica. Si no fuera así, no habría grabado la integral de Sonatas y Partitas de Bach, los 24 caprichos de Paganini o las 6 sonatas de Ysaye, además de estrenar obras de Montsalvage o de otros compositores actuales como Jorge Grundman. Pero también ama y sabe tocar a Jimmy Hendrix o a Pink Floyd, la música klezmer, el tango, el rap, el flamenco o la música popular armenia, lo que le hace mejor músico que muchos talibanes de la clásica.
Y es que lo que él no soporta, y no es el único, son algunas formas, costumbres y tradiciones de la música clásica que encorsetan y momifican y desconectan a la gente de ese estilo, un estilo que tiende a encerrarse en sí mismo y, como hace usted, menosprecia la música popular por analfabeta. Los grandes compositores siempre han amado y se han inspirado en la música popular de su tiempo, y sin embargo muchos de los melómanos actuales viven instalados en su complejo de superioridad estética que no es más que prejuicios e ignorancia.
A Ara Malikian no le gusta vestir como hace dos siglos, no le gusta estar inmóvil como un palo durante dos horas de concierto, sin gesticular, sin improvisar, sin moverse por el escenario, sin poder equivocarse. Que ya no busca ni se preocupa por la perfección técnica al nivel enfermizo que tienen otros colegas es evidente, pero que a cambio posee otras virtudes también lo es para quien no está atrapado en el cerrado «mundillo» de la clásica.
Así que dejémosle tranquilo con sus espectáculos, sus versiones pop, con sus programas de televisión para niños y sus actuaciones de comedia musical, que han hecho más por fomentar el amor a la música en todas sus formas que muchos de los santones a los que adoramos.