¿Qué es el miedo escénico?
-Según Remy Yagosesky,
«…podemos entender el miedo escénico como «La respuesta psicofísica del organismo, generalmente intensa, que surge como consecuencia de pensamientos anticipatorios catastróficos sobre la situación real o imaginaria de hablar en público. No obstante esta definición es incompleta, pues el miedo escénico es habitual entre individuos que tienen que actuar ante una audiencia aunque no pronuncien una palabra, músicos, bailarines, deportistas, etc. Esta respuesta incluye manifestaciones de estrés, timidez y ansiedad, como preocupación, tensión corporal, inhibición, ineficacia funcional y otras formas de alteración de la normalidad en lo fisiológico, lo cognitivo y lo conductual».
Las causas del miedo provienen de diversos factores, además de una posible fobia social.
- Valoración no realista de lo que se espera de uno.
- Sobreestimación de la opinión de los demás.
- Subestimación de las propias capacidades.
- Sobreestimación de la idea de rechazo.
- Expectativas no realistas en cuanto a las respuesta de otros ante nuestra ansiedad.
Hay músicos que sufren sabiendo que hay una sola persona escuchándolos, mientras que otros se crecen cuanto mayor es su auditorio.
Recuerdo mi primera actuación. Era simplemente la primera actuación de fin de curso a la que acudía, en la Academia donde estudiaba. Un escenario que me parecía grande como un estadio, unos espectadores benévolos, una tarima, luces, un pianista y una pieza que tenía que tocar que había repetido hasta ya no saber ni lo que hacía al tocarla.
La noche anterior dormí fatal. Estaba obsesionado con cometer un error garrafal que me avergonzaría de tal manera que quedaría traumatizado de por vida y no podría volver a tocar. Mi pánico era tal que sentía que no podría ni mover el brazo, así que mucho menos afinar las notas.
La tensión iba subiendo proporcionalmente al paso del tiempo. Conforme se iba acercando el momento la angustia crecía. Llegó a ser un sufrimiento tal que una parte de mí estaba deseando que ocurriera algo para que el concierto no se celebrase. Todo lo veía negativo, me decía a mí mismo: «qué hago yo aquí, un tío mayor haciendo el ridículo delante de tanta gente, voy a fallar estrepitosamente…» otra decía: «llegó el momento, antes o después tenía que pasar, para estos momentos estudio violín, para que alguien me escuche, que escuchen lo que pasa dentro de mí, sea bueno o malo… actuar me dará carácter, al final saldrá bien, en realidad toco bien, lo apreciarán…»
Es mi turno.
No sé exactamente qué sentía mientras estaba allí. Mi brazo derecho era de madera y a duras penas hacía su trabajo. Mis dedos de la mano izquierda se quedaban a menudo encogidos, sin llegar de forma certera a la nota. Iba acelerado, pero no estaba preparado para tocar tan deprisa. Sentí que me equivocaba a cada rato, pero tenía que seguir, como alguien que sube el Himalaya y sabe que no hay opción de retroceder, tiene que llegar al campo base. Pero, sorprendentemente hubo un momento en que toqué unas frases con precisión y sensibilidad. A ello me aferré para llegar hasta el final. Conseguí convencerme de que podía hacerlo.
Aplausos. He terminado. No se han dado cuenta, gritos, sonrisa de mi profesor que asiente satisfecho ¿de verdad les ha parecido bien? Salgo. Me palmean la espalda. Euforia. Ahora me siento libre. Ahora quiero volver a salir a la tarima a tocar. Ahora sé que estaría relajado y motivado.
Pero ahora ya no puedo, veo a los siguientes, que salen al escenario y parecen tan asustados como yo lo estaba antes.
Desde entonces he tenido bastantes actuaciones más y, aunque los nervios siempre están ahí, son cada vez menos negativos, y poco a poco voy madurando psicológicamente y aprendiendo a controlar la ansiedad.
Pero, ¿hay alguna forma de superar el miedo incapacitante sin tener que pasar una y otra vez por tanta angustia?
Lo primero: estar nervioso antes de actuar es normal, incluso necesario, saludable. Hace que todos tus sentidos estén alerta, la sangre bombeando a toda velocidad y nuestra sensibilidad a flor de piel. Sin embargo, frecuentemente perjudican la interpretación en vez de ayudar. Os dejo algunos consejos que he recopilado por ahí y que, según mi experiencia pueden ayudar.
10 Consejos sencillos para superar el miedo y la ansiedad.
El mejor consejo, pero que no siempre se puede cumplir: estudia, trabaja y lleva preparado tus obras como si las hubieras escrito tú mismo. No hay nada más intranquilizador que tener dudas de si lo vas a saber o no. Puedes tocar mejor o peor, pero debes saber exactamente lo que tienes que tocar y cómo.
Antes de salir:
- Si puedes, realiza unos pocos estiramientos suaves y relajados. Eso si no te has puesto un traje, claro.
- Bebe un poco de agua.
- Antes de salir, respira lenta y profundamente, desde el abdomen. Inspira, contén 9 segundos la respiración y después expira.
- Procura relajar los músculos del esfínter (con perdón).
- Piensa que nadie te está examinando, el auditorio sólo quiere escuchar música (vale, si estabas leyendo esto para una audición esta no te vale). Piensa positivamente, si tú estás con sensaciones positivas, aunque tengas nervios (eso es inevitable), lo transmitirás al auditorio.
Cuando estés tocando:
- Sé consciente de que los fallos que cometas no lo son tanto para los espectadores, dales una importancia limitada, concéntrate en la música e intenta disfrutar de ella.
- No intentéis interponer barreras frente al público y tampoco evites mirarlo.
- Un truco que usan algunos ponentes es imaginar que el público está desnudo. Eso te hará sonreír, y sonreír siempre es bueno al actuar.
- Si al tocar te equivocas, no te detengas, continúa intentando retomar la pieza. El público le dará la importancia que le des tú. Si lo haces así, posiblemente ni se den cuenta.
- Toca hasta el final sin que parezca que estás deseando acabar. A menudo la última nota se deja ahí medio sin hacer y es un error. Se ha terminado cuando has completado la última nota en su totalidad la respiración posterior.
Para terminar, os recomiendo esta amena charla de Elsa Punset en el programa El Hormiguero, porque pocas veces podremos aprender de forma tan amena sobre el miedo escénico.
Y esta es una presentación que también me ha parecido interesante:
Fantástico y muy interesantes los pdf.
Una vez un alumno mejicano me pregunto:
– «maestro, vos como lo hacéis para no poneros nervioso?»
Le respondi: -«yo medito un poco antes»
Y me pregunto muy inocentemente: -«y como hacéis para editaros?»
Ja ja ja. Así que ya sabéis… editaros antes, que va muy bien ;)
Gracias Lucas, por tu opinión y por la anécdota :-)
Soy pianista amateur de los que nunca ha ido al conservatorio pero que desde la juventud y de manera inconstante he ido aprendiendo cada año algo más del instrumento hasta llegar 32 años que tengo ahora. Era la segunda vez que tocaba en un auditorio, tenía 28 años. Sólo tenía que tocar un movimiento de una sonata (el Claro de Luna de Beethoven) porque teníamos que salir al escenario uno tras otro todos los alumnos de la escuela de música donde estaba. Yo no le doy vueltas el día anterior al cómo va a ir la interpretación ni nada por el estilo. Salgo al escenario, me siento en el taburete, estaba nervioso, lo noté, también algo cansando… empiezo a tocar de memoria, primeras notas, todo va bien sin fallos, pasan dos minutos y de repente…me empiezo a poner más nervioso, me doy cuenta de que algo pasa, me descentro y zas!! bloqueado!!! mente en blanco!!…Estaba paralizado y no podía reengancharme a tocar inmediatamente, «perdí» las notas de la cabeza como quien dice y no era plan de que el público esperara minutos …sólo me levanté, el público aplaudió y me despedí…¿Por qué pasó esto? Creo que por tres razones: mi nerviosismo, el cansancio y porque la pieza no la estudié de memoria con una buena estrategia …dicho básicamente, estaba acostumbrado a tocarla de principio a fin de memoria pero no a empezar a tocarla desde cualquier compás…Creo que este fue el cocktail de factores que se sumaron. Ahora bien, también te digo que tengo el propósito de hacer que esta anécdota en mi vida no me frene, en cuanto tenga la oportunidad volveré a ponerme sobre el escenario de un auditorio para volver a tocar este movimiento u otra pieza…Al fin y al cabo estas experiencias podemos convertirlas un aprendizaje y un motivo de superación personal si es lo que realmente deseamos, ya sea en la música o en otras facetas de nuestra vida… así todas las veces que sean necesarias
Lo importante es saber que eso puede pasar pero no es el fin del mundo, con trabajo y experiencia vamos solventando esos problemas.
Gracias por tu interesante experiencia Daniel.
¡Qué identificada me siento al leer estas líneas! De mis inicios con el piano no guardo muy buenos recuerdos, ya hablé de mi experiencia en el foro.
Ahora, con el violín, es muy diferente. No sé si es por la experiencia que me fue dando el tiempo, porque adoro el violín y disfruto más o por qué en realidad. Solo sé que ahora disfruto mucho más que antes. En mi examen final del curso pasado estuve más relajada que nunca. Y, ayer, fue mi cumpleaños, y salí yo sola a un parque de Oviedo a estudiar, estuve toda la tarde a la sombra de un árbol sin importarme en absoluto quien pasaba por allí (ni siquiera pudieron conmigo las tres mocosas que fueron a tocarme las narices e intentaron apabularme con sus insignificantes cantos de ranitas, acompañadas de la penosa música que salia de su ridícul iPhone, pobrecitas ¡el sonido de un violín es muy difícil de eclipsar, si no, imposible! ¡no tardaron ni 15 minutos en irse de allí! ¡ellas que creyeron que les iba a tener miedo y que iba a huir! ¡aprendieron una valiosa lección!…
Pues sí, también es una cuestión de madurez, tocar ayuda a hacer cosas delante de la gente, a ser uno mismo, a saber estar en cualquier circunstancia. Al principio se pasa mal, pero poco a poco, la emoción negativa se va transformando en positiva.
A mi me pasa que puedo hablar frente a un público *aunque si no he estudiado bien tengo que fijarme en el machete, porque me olvido todo*, pero con el violín simplemente no, me pongo realmente nerviosa, y más porque es muy probable fallar. Tiembla todo, y el arco va como rebotando, el vibrato muy irregular (a veces ni siquiera lo hago frente a mi profesora). Suelo tocar sola o con mi familia.
En mi primer y único concierto, estuve tan nerviosa que las notas salían chillonas y no le atinaba a más de dos seguidas, y para colmo era un dúo.
En la segunda pieza me fue mucho peor, porque eramos más de tres tocando diferentes voces. Así que las notas salían mas chillonas, más horribles y al final improvisé :D
En la tercera, en el solo, me fue un poco mejor. Lo malo es que se desafinó mi violín en especial en la cuerda Re, donde estaban casi todas las notas de la canción.
En fin, para el público toqué muy bien, así que me fui a casa muy contenta.
Sí, eso fue hace 4 meses y pronto vendrá otro concierto en el que se repetirá la primera experiencia pero menos grave, además quiero creer que no fui la peor, me conformo con hacerlo medianamente bien, ya que comencé hace 10 meses y ya voy en el tercer libro de Suzuki.
En fin, quería agradecerte por tomarte el trabajo de escribir estos artículos y también por ayudarme a entender la teoría musical.
Saludos.
Gracias a ti Sabrina, lo que cuentas me resulta familiar, uno nunca sabe cómo va a desarrollarse la actuación así que lo mejor es concentrarse en la música y disfrutar. Y por supuesto haberlo trabajado todo lo posible. Un saludo.