Con motivo de la exposición Ingres tendrá lugar en el Auditorio del Museo el concierto El violín de Ingres. El violinista Vadim Tchijik y el pianista Alberto Urroz interpretarán una selección de piezas que nos permitirán ahondar en la faceta de músico semiprofesional del pintor y en el papel que la música jugó en su universo creativo.

Entradas

Las entradas podrán adquirirse desde el día 1 al 14 de febrero a través de www.entradasprado.com (precio 11€) y en las taquillas 1 y 2 del Museo, del 15 al 19 de febrero (precio 10€).

Programa

Wolfgang Amadeus Mozart
Sonata para violín y piano nº 32 en Si bemol mayor, K. 454

I. Largo. Allegro

II. Andante

III. Allegretto

Ludwig van Beethoven
Sonata para violín y piano nº 5 en Fa mayor, “Primavera”, Op. 24

I. Allegro

II. Adagio molto espressivo

III. Scherzo. Allegro molto

IV. Allegro ma non troppo

Intermedio

Ludwig van Beethoven
Sonata para violín y piano nº 9 en La mayor, “Kreutzer”, Op. 47

I. Adagio sostenuto. Presto

II. Andante con variazioni

III. Presto

Notas al programa

Las obras que figuran en el programa del concierto sirven para ilustrar el papel que la música tuvo en el universo estético de Ingres, artista que fue violinista antes que pintor y para quien la música tuvo una importancia fundamental en su evolución tanto artística como vital. El concierto ofrece obras para violín y piano de Mozart y Beethoven, en concreto tres de sus más conocidas sonatas. Es fácil suponer que Ingres tocaría éstas y otras obras de sus dos compositores favoritos, ya que, a lo largo de su vida, jamás dejó de tocar su instrumento con otros músicos, algunos aficionados como él. Otros, celebres virtuosos.

La Sonata para violín y piano nº 32 en Si bemol mayor, K. 454, de Wolfgang Amadeus Mozart está dividida en tres movimientos, comenzando con un solemne y elegante Largo que se transforma en un enérgico Allegro. Fue escrita para el lucimiento de la violinista Regina Strinasacchi, quien la estrenó en Viena en 1784 (en una época en la que las mujeres raramente tocaban en público), con Mozart al piano.

Ludwig van Beethoven compuso su quinta Sonata para violín y piano en Fa mayor, Op. 24, en 1801 y la dedicó al conde Moritz von Fries, noble que, hasta que se arruinó, siempre se preocupó de ofrecer encargos, bien pagados, al joven compositor que comenzaba a ser reconocido en Viena. El sobrenombre «Primavera», un añadido del editor (que no del compositor), puede atribuirse al carácter pastoral y calmado que se aprecia especialmente en los movimientos primero y cuarto.

La monumental Sonata Kreutzer, la número 9 del catálogo de Beethoven, dedicada al violinista francés Rodolphe Kreutzer (que la encontró ridícula e imposible de tocar), es sin duda una de las cúspides del repertorio para violín y piano de todos los tiempos. Beethoven se muestra en esta sonata como lo que verdaderamente fue: el primer compositor romántico. Difícil y exaltada, no sorprende que los primeros oyentes la recibieran con una mezcla de asombro y extrañeza. También debió de exacerbar la imaginación de Tolstoi, quien muchos años más tarde, retrataría el universo sórdido de los celos, la ira y el asesinato en una fascinante novela que tituló, precisamente, La sonata Kreutzer.

Más información y venta de entradas: Museo del Prado