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La verdad es que no echo nada de menos el cello habiendo elegido la viola. Como mucho, me causa curiosidad el violín. Sobretodo porque mi profesora es violinista profesional y se nota bastante que son instrumentos primos hermanos.
Hemos colocado este fin de semana el quitalobos y el tema del lobo se ha solucionado. Por ahora no voy a hacer ningún cambio porque mi viola tiene 3 meses (la compré el 31 de julio), así que todavía tengo las cuerdas en buen estado, aunque no sean muy buenas. El arco no sabría decir si es bueno o malo, porque seguramente la que falla soy yo, no él.
Por cierto que yo estoy ahora con el Gavotte del primer libro de Suzuki y con el Op. 45 no 1 de Wohlfart. Y haciendo escalas (do mayor en primera posición y sol mayor en tercera). Ese es todo mi repertorio por ahora (y ya me sobra). Además me han añadido que tengo que cantar con el piano para ser capaz de identificar las notas. Y lo de cantar me da una vergüenza que para qué queremos más...
Y respecto a lo de equivocarse. Soy de los que piensan que para avanzar hay que equivocarse mucho y pronto. Pero tener un buen profesor que realmente te enseñe cosas es un lujazo increíble. Yo entiendo la necesidad de ser autodidacta en muchas cosas, pero merece muchísimo la pena ponerte con un músico de verdad y que te diga cómo funciona todo.
Un saludo.
En este tipo de instrumentos, es muy necesario un profesor, porque son muchos detalles que parece que no tienen importancia, y solo los advierte el profesor.
Sin el el camino sería mucho mas tortuoso y dificil .
Sí, jguegon, si has tenido que aprender muchas cosas de forma autodidacta, mucho libro, mucho ensayo y error y pocos o ningún profesor, como me pasa a mí, al final, lo de que te lo digan así de fácil, es que no te lo crees y sigues erre que erre, metiendo la pata hasta que caes del burro, como se suele decir.
También tienes razón en que es un instrumento que sin un profesor que te guíe, no tienes nada que hacer... a no ser que seas un genio, claro. Es demasiado complejo. O te enseñan cómo afrontar un ejercicio o estás perdido. Cuando me preparo algo por adelantar y llevar a la clase un poco preparado el titulo siguiente, lo único que puedes hacer es leer las notas, tantear los cambios y poco más, por no empezar desde cero... el resto te tienen que guiar.
Vorenea, es verdad que se te olvida el cello, sobre todo cuando pasas por una tienda y le ves allí, tan imponente, tan pesadote, son ese estuche tremendo! y piensas, uf! con lo pequeña y ligera que es mi viola, que me la echo al hombro y me la llevo donde quiera, que me cabe en el maletero aunque lleve un ciento de cosas más!
Me alegro que ya no tengas lobo, un problema menos. Yo he tenido las cuerdas, la resina y el arco originales durante un año y medio, sin grandes problemas... no pueden ser buenos porque tienen que ser muy baratos pero cumplen para empezar. Por cierto, si en tres meses estás en la Gavotte y con el Op. 45 no 1 de Wohlfart (que no tengo pero del que he visto un vídeo), vas mucho más deprisa que yo... bastante. Con ese tiempo me estaba peleando, supongo, que con el Andantino como mucho, y no me veia los dedos...
Un saludo para los dos.
Añadir que es una excelente idea cantar, te puedo asegurar que peor que canto yo, no puede cantar nadie en este planeta, pero me sirve y lo hago, se estremezca quién se estremezca. ¿Quién dijo miedo?
Un saludo.
Muy interesante el tema de los cordales de Andy Fein & Ivana Turong. Hasta ahora me había parecido que los cordales de madera con afinadores metálicos eran lo mejor... desde luego, estéticamente quedan super... y ahora resulta que los integrados y ligeros son los mejores... que equivocado puede llegar a estar uno...
Pues si, he instalado una funcionalidad para replicar los artículos en el foro, porque mucha gente solo visita éste, además los comentarios al articulo saldrán también en el foro y viceversa, espero que así no se pierdan temas importantes
Poco a poco iré copiando los artículos anteriores más interesantes
Muy buena idea, Jesús. Esta mañana, trasteando por internet he encontrado este artículo, que es de hace dos años, pero que creo que es interesante lo que dice sobre su instrumento Isabel Villanueva, sobre todo para los violistas y aspirantes. Un saludo.
Hola de nuevo.
No es que vaya muy rápido. Es que me he comido todas las clases de 1º de elemental en el conservatorio con mi hija haciendo de apoyo logístico. Así que cuando me he visto con una viola de 15,5" en las manos en lugar de la de 12" que tiene mi hija, ha sido una maravilla. ¡Es mucho más fácil! Y claro, he progresado rápido al principio porque todo lo tenía bastante interiorizado.
Ahora la acompaño a sus clases e intento ayudarla en todo, pero claro, ella está con la tercera posición y yo voy retrasada. En cierto modo soy su ingeniera de sonido (que lo soy de profesión). El pequeño está con el violín, así que a lo tonto me viene bien la viola para ayudarle también. Nos hemos juntado aquí un terceto de cuerda.
Interesante el artículo. A mí me gusta muchísimo una charla TEDx que vi sobre la viola, que se llamaba algo así como "el instrumento imperfecto". No sé si lo habéis visto.
Un saludo.
Hola. Ya tenías algo de camino andado, entonces. De todas formas es ir deprisa, enhorabuena. Y con todos estudiando en la misma dirección, que bién.
El vídeo que dices, creo que sí, si es el que me mandó muy amablemente Frasco, está al principio de este tema, en la página 1. Es genial, me animó mucho, entonces no sabía ni cómo coger la viola.
Un saludo.
Hace casi cuarenta años empecé a hacer teatro, amateur casi siempre, profesional en pequeños lapsus, (para comer todos los días caliente y pagar facturas no suele dar), actualmente seguimos en la brecha, mi mujer, Aurora, y yo (ella más que yo), estudiar música ya en serio (he tenido escarceos múltiples) me ha hecho establecer un paralelismo entre la partitura y el texto teatral. Una palabra equivale, muchas veces en duración e inflexiones a un compás, me suele tocar hacer dirección de actores (en plan cabrón, aunque el trabajo gordo se lo lleva Aurora), y siempre pretendo que la densidad de matices que se encuentran en una partitura, sean capaces de ejecutarla los actores en escena sobre el texto, en prosa, en intenciones, en inflexiones, en pausas... en fín, de todas las posibilidades que la voz, sin cantar, sea capaz de expresar. Llevar la minuciosidad de una partitura al texto hablado. Ahora se lleva mucho lo interdisciplinar... en según que casos concretos creo que sí se puede aplicar. Un saludo.
Interesante lo que comentas. Yo ahora tengo un nuevo reto porque mi profesora me ha comentado que voy a tener que "actuar" en la audición de alumnos delante de un montón de bienintencionados padres... Mi principal problema es que sueno tímida. Así que llevo dos días intentando abrir más el sonido. El tema es que la viola suena tan potente que voy a tener que ponerme un tapón en el oído derecho, madre mía... La verdad es que tocar con sordina no me gusta nada.
Tocar con sordina tiene el inconveniente de que el sonido no tiene nada que ver con el original, está muerto. Yo la uso cuando la hora es inapropiada o no estoy solo en casa, porque la verdad es que si te tiras con el arco a muerte, la viola suena... muy, muy fuerte. Si tienes cuidado y pretendes tocar bajito sin sordina, muchas veces, (por impericia, en mi caso, claro) la falta de intensidad en el frotado produce un sonido más parecido a un desagradable quejido que a la nota que pretendes de ella. Últimamente, si es necesario, uso la sordina y le doy al arco toda la potencia que necesito. No quiero crearme el vicio de "sobrevolar" las cuerdas como costumbre.
En el teatro, cuándo un actor entra en sottovoce sin que el pasaje lo requiera o lo exagera hasta el límite de que no se le oye apenas, incluso a sala vacía, es que no está seguro del texto. El único remedio es mandarle a casa que se estudie esa parte y vuelva luego. Esa "timidez" que dices es, seguramente sólo, falta de seguridad y pasa siempre, en el teatro, en la interpretación con un instrumento y en cualquier faceta de la vida.
En un escenario se pueden adoptar dos posturas: aislarte del público, que es la más segura si tienes poca experiencia, construyendo la "cuarta pared", muro que se eleva sobre la corbata del escenario, y quedarte dentro, sola, desarrollando tu acción. O comunicarte con el público mirándolos directamente, de forma individual, cubriendo todas las zonas de la sala. Aunque parezca lo contrario, el miedo escénico suele desaparecer entonces y te deja espacio de concentración para ejecutar tu trabajo con la tranquilidad que necesitas.
La presencia del público no tiene puntos intermedios, o lo haces desaparecer, o lo integras.
Un saludo.
Según el profesor de mi hija, el público no existe. No se le mira y se le ignora. O miras a la pared o al suelo o al infinito, pero a la gente, no. Supongo que para evitar que alguien te desconcentre haciendo gestos o algo así.
En fin, yo prefiero no tocar con la sordina, pero ya te digo que es que me acaba doliendo el oído. Tengo el oído bastante sensible y creo que voy a tener que ponerme un tapón. Porque ahora que me tiro media hora seguida tocando (ya sé que es poco) pues acabo con el oído resentido.
Por supuesto, lo de la timidez es inseguridad. Me da miedo equivocarme a plena potencia. No sé si has visto la serie Mozart in the Jungle, cuando al principio del todo la oboísta protagonista mete un pitido estridente en pleno concierto de la Sinfónica de Nueva York. Pues... eso. Aunque yo creo que a mí me daría la risa.
Saludos.
Pasar nervios es lo normal, a mi profe le dije una vez que estaba muerto de miedo antes de salir y me respondió que si no fuera así me pegaría un tortazo, porque eso significaría que no le estaba dando importancia.
Yo ya me hago a la idea de que los nervios atenazarán mis miembros, el brazo derecho se volverá de madera, los dedos de la mano izquierda se crisparán, aunque cada vez que lo hago van remitiendo estos síntomas, e incluso disfruto tocando ahí encima, la verdad es que en esas actuaciones de escuela la gente no va a juzgarte, ni a examinarte, sólo les interesa ver que a sus hijos o parientes y el resto que sea lo más entretenido posible.
Lo de que el público no existe me parece la actitud típica del intérprete clásico, que se abstrae de todo para centrarse en la música, es lo que udaimiel menciona como levantar la cuarta pared. En música popular, rock, folk, etc., es todo lo contrario, necesitas sentir la reacción positiva del público, que es la que te da la energía, el ánimo y la actitud para comunicar y expresarte. Por eso a menudo esos músicos tienen esas manías típicas de pedir palmas o que coreen las canciones.
Hay muchos trucos para sobrellevar los nervios, y cada persona elige unos. Seguro que Udaimiel, en su experiencia teatral, conoce un montón. Pero sobre todo yo intento cada vez más no tomármelo como algo demasiado serio, sino como un evento en el que reunirse y pasarlo bien, incluso con los fallos.
Hace tiempo escribí un artículo sobre mis experiencias con estos temas, siempre he sido muy tímido, de un modo casi enfermizo, y lo cierto es que la música me ha ayudado mucho, ahora toco también en grupos y disfruto un montón ahí arriba, quizás porque la actitud en ese tipo de actuaciones (suele ser música folk o pop) es mucho más festiva y no se basa en demostrar lo que sabes hacer, sino simplemente en crear buen ambiente y que la gente pasa el mejor rato posible.
El artículo que mencionaba antes: https://www.deviolines.com/el-miedo-escenico/
Por cierto, esa actitud que mencionáis de trasladar la musicalidad a la actuación teatral también funciona a la inversa. Interpretar música es de algún modo "hablarle" al público, contar una historia, expresar unas ideas, unas emociones.
Por cierto, precisamente hoy he leído este artículo, que creo que va al pelo con lo que estamos hablando, y puede ser muy útil.
Las emociones influyen en nuestro cuerpo, pero las últimas investigaciones revelan que nuestra postura corporal también influye en lo que sentimos. El estudio del lenguaje no verbal viene ya de lejos. El análisis de los gestos sirve para identificar qué pensamientos o sensaciones se esconden más allá de lo que decimos. Por ejemplo, si algo nos gusta, nuestras pupilas se dilatarán (puedes comprobarlo con un amigo o pareja. Enséñale fotos y observa sus ojos… ejercicio arriesgado dependiendo de las fotos que muestres, claro). Si estamos con alguien a quien queremos agradar, sonreiremos mucho más que él (y si no, véase a Trump y su cara con respecto a los que le rodean en el despacho oval). Si estamos enfadados, frunciremos el ceño y miraremos fijamente al objetivo. Estos son ejemplos del lenguaje no verbal y de cómo nuestras emociones influyen en nuestros gestos. Pero lo que ha demostrado la ciencia es que esta relación también es inversa y que existe un gesto de solo dos minutos y medio que te ayuda a ganar confianza en ti mismo.
En 2010, se publicó una conclusión interesante: Si modificamos nuestra postura corporal durante ciento ochenta segundos somos capaces de alterar nuestra testosterona y cortisol. No está mal. La testosterona es la hormona que tenemos tanto hombres como mujeres, que nos hace ponernos el mundo por montera y ganar autoconfianza. No es de extrañar que los machos alfa de los primates tengan más porcentaje de testosterona que el resto. El cortisol, sin embargo, es la hormona que se activa con el miedo y que nos llega a paralizar. Pues bien, dos investigadoras, Amy Cuddy y Dana Carley, analizaron cómo cambia nuestra química con dos sencillas posturas: la postura del poder o la postura de debilidad.
Existen varias posturas de poder clásicas: levantar los brazos en forma de victoria imitando el gesto de los atletas en la línea de meta, poner los brazos en jarra o colocar los brazos detrás de la cabeza y los pies encima de una mesa (o bailar la haka de los neozelandeses, algo que no suele ser tan habitual en estas latitudes). La postura de debilidad es lo opuesto: encoger el cuerpo o cerrar los brazos en señal de protección. Cuddy y Carley analizaron qué nos sucede cuando nos colocamos en ambas posturas durante solo dos minutos y su conclusión es reveladora: si ponemos nuestro cuerpo con el gesto del poder conseguiremos aumentar un 20% la testosterona y reducir un 25% el cortisol. Sin embargo, si colocamos el cuerpo en postura de debilidad, la testosterona desciende un 10% y aumenta un 15% el cortisol. ¡Y solo con un gesto de dos minutos! Estas conclusiones se intentaron trasladar a personas con miedo a hablar en público. Se solicitó que adoptaran una postura de poder y que valoraran su efecto. Reconocieron cierta mejoría de la ansiedad.
En definitiva, tenemos la capacidad de influir en nuestra química y por ello, en nuestras emociones, con gestos sencillos. Si nos estamos enfrentando a una entrevista de trabajo, a una reunión difícil o a un examen, convendría prestar atención a nuestra postura. Y no solo por lo que transmite a otros, sino por la química del cerebro que se despierta en nosotros. Por ello, presta atención a tu espalda, y si ves que estás encogido, estírala. Si puedes hacer algún gesto de poder en público de un modo discreto, hazlo. O si no, vete a un sitio cómodo como un baño, y toma dicha postura durante ciento ochenta segundos. De este modo le estarás echando una mano a tu química cerebral para ganar confianza y conseguir tu objetivo.
Fuente: EL PAÍS
¡Qué interesante! Y sí, es todo cierto, está claro. La actitud influye hasta en el sonido del instrumento.
Yo creo que al final me animaré a participar en estas cosas, porque, como dice mi marido, "si algún día te da por meterte en alguna orquestita amateur tendrás que tener algo de valor". Lo curioso es que he impartido clases y he dado charlas a mucha gente, pero esto de hacer algo que hasta en privado cuesta trabajo, intimida muchísimo. También es cierto que llevo solo tres meses...
A ver, como madre de estudiantes de música he visto de todo en actuaciones de estas. Mi hija se equivoca con mucha dignidad (de olvidársele media canción, engancharse cuando puede y fingir que no se ha visto, siendo ella la solista), pero he visto gente saltar llorando de un piano gritando "¡no puedoooo! ¡No puedooo!" Y en estos casos cuesta un poco reprimir la risa.
Lo raro en esta audición es que, al menos que yo conozca, seríamos tres alumnos, uno de 6 años (mi hijo) que toca cosas sencillitas y es monísimo, una de 10, que está en cuarto de elemental y suena estupendamente, y una de 40 principiante total (yo). Y claro, la gente no está acostumbrada a los adultos principiantes. Choca bastante más que ver a un niño. Y encima no es un violín, es una viola, que suena raro ya de por sí para la mayor parte de la gente. En fin, a ver qué pasa. Menudas aventuras.
Saludos.
La primera vez que salí a escena, (hace chiquicientos años ya), era al inicio de la obra, sólo tenía que decir una frase, anunciar como mayordomo la llegada de un caballero a la casa y recoger un sombrero que este me arrojaba a la cara y salir un poco tambaleante... y ya está, bueno, y al final, saludar. Creo que no he pasado más nervios en toda mi vida, no sabía si se me iba a olvidar "el texto", las piernas me temblaban cuando salí de detrás de los telones a escena y me siguieron temblando el resto del tiempo aunque ya estaba arropado por la oscuridad, fuera de escena. Menos de un minuto y creía que me iba a morir del pasmo. Luego empezaron a venir muchas mas salidas y entradas, regidurías, papeles con protagonismo, direcciones, iluminación de musicales, incluso creación desde cero de algún espectáculo con mucha, mucha gente... ahora ya el público no me pone nervioso. A los actores les digo siempre lo mismo: el poder lo teneis vosotros, en escena. El público os seguirá donde quiera que vayais, disfrutad este momento. Salid y fijad la mirada en uno sólo de ellos y vereis cómo se sobrecoge. Miradles en un silencio y palpad su espectación, gritadles y observareis el respingo que pegan en la butaca. Han venido para eso, no los defraudeis.
Un saludo. Urbano.
He leído parte de los artículos y son muy interesantes, y están muy acertados en sus analisis y consejos, volveré sobre ellos para sacarles un poco más de jugo en cuanto tenga otro ratito.
Desde luego, lo más importante para salir a escena con un mínimo de posibilidad de éxito es llevar el trabajo hecho, luego, el desarrollo te puede quedar mejor o peor, pero una concienzuda preparación es la única posibilidad que tienes de salir airoso del asunto.
Un saludo y ánimo, que de los cobardes no se ha escrito nunca nada (la frase no es mía, claro).
Urbano.
a mi se me notan los nervios a leguas, aun asi, nunca digo no a una audicion, forma parte del juego, si no, ¿para que estamos estudiando?
Un actor sólo está tranquilo ante el público cuando no está mintiendo. Mentir significa tener separado el cuerpo de la mente, la impostación no funciona en teatro, al actor no le queda más remedio que decir siempre la verdad (eso o prepárate a recoger cajas de tomates pochos) . De ahí la preparación antes de salir a escena, esos minutos de concentración en los que pone en marcha toda la serie de trabajos que le permitirán en escena no mentir.
El trío que vais a formar tus hijos y tú, Vorenea, en escena, será tan encantador para el público como capaces de decir la verdad seais. No teneis que pretender ser lo que no sois, el espectador avisado tampoco espera eso. Quiere ver cómo os defendeis haciendo algo que a ellos ni se les ocurriría soñar hacer, y por eso disfrutarán con vosotros identificándose con la proeza de presentarse en escena con las limitaciones propias de cada uno de los intérpretes, y aprender de ello para sus propias vidas. Cómo os emocionais con un pasaje y cómo os reponeis de un error, quizás con esa sonrisa cómplice entre vosotros, formarán el entramado emocional de vuestra representación. Lo único que teneis que hacer es ser vosotros mismos y disfrutad del momento. Mientras más os divertais vosotros, mejor lo pasará el público. El éxito no va a depender de la fidelidad a la partitura sólo. Es un espectáculo integral.
Un saludo. Urbano.