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Los que aprendemos un instrumento vivimos a menudo agobiados por cuestiones técnicas minúsculas, desde la posición exacta de la falange de un dedo a la marca óptima para comprar una barbada. Y muchas veces todas esos "problemas" nos hacen olvidar que lo importante es la música, y la música debe hacer feliz a la gente.
Esto es lo que pienso cuando veo músicos así, practicamente autodidactas, unidos al folklore de su tierra y despreocupados por otra cosa que no sea pasarlo bien y hacerlo pasar bien con la música.
No digo que debamos prescindir de los increíbles avances de la pedagogía musical occidental, pero quizá sí nos haga reflexionar hasta qué punto olvidamos lo esencial.
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