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Acabo de ver esta noticia sobre un caso que, imagino, no es una excepción. Dejando a un lado la situación real en Venezuela, que aunque intuyo, no conozco de primera mano, lo que me ha parecido más triste incluso que la propia historia de Dissandra son los comentarios realizados al propio vídeo (los podéis leer abriéndolo el vídeo en una nueva página del navegador).