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Cuando llega el verano, las vacaciones, los viajes, empiezan las dudas respecto a qué hacer con mi "amorcito" de madera.
Por un lado yo me lo llevaría a todas partes, porque basta que no lo tenga a mano para que me entren ganas de tocar.
Pero por otro, en algunas ocasiones es arriesgado llevarlo: viajes en avión (con los riesgos que puede haber de que las líneas aéreas pongan pegas a llevarlo como equipaje de mano), miedo a dejar al pequeñín en habitaciones de hotel o, como me va a ocurrir a mí, estancias en campings, incompatibles con acarrear un violín y mucho menos dejarlo abandonado en una tienda de campaña, tan poco segura, tan proclive a recalentarse hasta límites insospechados.
Un profesional difícilmente se separará del instrumento más de una semana, ¿qué harán en viajes especialmente duros (safaris africanos, países de climas tropicales, montañeros...)?
Por mi parte voy a pasarme ocho días en un camping del norte, así que no me queda más remedio que despedirme y echarle de menos. En cambio, en agosto iré a un apartamento a la costa y allí sí que me lo llevaré.
Y vosotros ¿cómo os lo montáis en vacaciones?
Aprovecho para desearos a todos un verano genial ¡hasta la vuelta!