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En este interesante artículo nos enseñan cómo músicos profesionales mantienen una buena forma física, necesaria para mantener el ritmo de ensayos, conciertos y práctica diaria necesarios.
Ya sabéis, "mens sana in corpore sano".
http://www.lasprovincias.es/culturas/201504/09/tocar-plena-forma-20150409122145.html
Leticia Moreno hace cada día ejercicio en el gimnasio -ahora unos minutos de carrera sobre la cinta, luego unas cuantas series en aparatos y por último unas clases de cardiobox que inevitablemente le dejan agujetas- no se está preparando para participar en ninguna competición. El trabajo de la violinista madrileña, de 29 años, consiste en producir sonidos con un instrumento de poco peso y para ello mueve un brazo y del otro apenas la mano. Sin embargo, como todo intérprete, debe añadir a las muchas horas de estudio que su disciplina requiere un período adicional destinado a mantenerse en forma para evitar lesiones. "Los músicos profesionales somos como deportistas de élite per se", explica de manera muy gráfica el pianista Javier Perianes. No es una exageración: casi todos ellos mantienen una disciplina rigurosa, saben que hay deportes que tienen prohibidos y se ejercitan cada día, haga sol o caigan chuzos de punta. Que se lo pregunten si no a la pianista donostiarra Judith Jáuregui, que hace pilates a diario, esté donde esté, y si tiene un gimnasio cerca va a correr sobre una cinta. Si nada de eso es posible, se calza unas zapatillas y hace ‘footing’ en un parque. Todo, menos quedarse quieta. La interpretación musical tiene mucho de carrera de fondo. En todos los sentidos.
Cada instrumento plantea unas exigencias propias, pero de manera general todos los intérpretes pasan muchas horas de estudio sentados en una silla en la mayor parte de los casos. Solo los brazos se mueven en series muy repetitivas. Series de centenares o miles de movimientos que obligan a trabajar siempre a los mismos músculos y tendones. Súmense a eso los viajes, tirar de las maletas y -con frecuencia- las cajas de sus instrumentos, la tensión de salir a un escenario, la concentración intensa hasta el agarrotamiento; en definitiva, un estrés que no soportaría el 90% de los mortales. Y el estrés genera grandes dosis de adrenalina que debe ser eliminada para evitar que termine por dañar el organismo.
Javier Ros, clarinetista en la Orquesta de la Comunitat Valenciana, no entrena para liberar tensiones sino para "desconectar". Hace cuatro años, cuando dejó de fumar, decidió apuntarse al gimnasio y de ahí saltó a prepararse un triatlón de montaña junto a un compañero. En 2014 participó en el triatlón Alicante Olímpico y en el medio ironman de Canet d’en Berenguer. Su próxima meta: el ironman de Vitoria, que se celebra en julio. Para prepararse se unió al grupo de entrenamiento Resistentia, a cargo de José Miguel Vela.
"Es compatible mi trabajo con la Orquesta del Palau de les Arts con los entrenamientos", asegura Ros, de 40 años. Antes de acudir a los ensayos con la formación, que suelen comenzar a las 10 horas, el músico murciano entrena (musculación, piscina, running...). "A veces si tengo sólo una hora para comer, prefiero salir a correr por el río que comer", apunta.
La actividad física es un aliado para su trabajo. "Correr ha contribuido a mejorar mi capacidad pulmonar", explica. Los ejercicios de core "fortalecen el abdomen y la zona lumbar, algo que me ayuda a aguantar mejor los ensayos y las horas de pie", asegura el clarinetista. No está "obsesionado" por el deporte y cuida la dieta, pero si un día no entrena o se va de cervezas "no pasa nada".
Doble función
La actividad física que realizan los músicos va encaminada por un lado a fortalecer los músculos que más castigan con el trabajo diario y por otro a relajar la tensión psicológica que supone exponerse al juicio del público y la crítica casi cada noche. Eso sí, no vale cualquier deporte. Más bien lo contrario: muchos les están completamente prohibidos. La soprano Ainhoa Arteta, por ejemplo, no puede dedicarse al que más le gusta: la equitación. "Si me caigo, podría romperme una costilla y eso sería muy malo. Cualquier cosa que tenga relación con el diafragma es muy peligrosa para una persona que se dedica a cantar". Lo dice con resignación porque, por afición y por razones familiares, está muy vinculada al mundo de los caballos. Pero hace tiempo se cayó de un caballo y evitó una grave lesión porque llevaba puesto un chaleco especial. Ese día se dio cuenta de que, mientras siga subiendo a un escenario, debe renunciar a la equitación.
Judith Jáuregui confiesa que ha pecado: "He ido a esquiar hace poco, aunque sé que tiene un riesgo", dice con una sonrisa. En cambio, se ha olvidado, quizá para siempre, del tenis y el baloncesto. La práctica de este último deporte ya le dio un disgusto hace años: se rompió un dedo. No llegó a tanto, pero también Javier Perianes sufrió una lesión jugando al baloncesto apenas horas antes de examinarse de 10º de Piano. Sin embargo, hoy es el día que asegura que si los amigos le llaman para jugar un partido de fútbol no tiene problema alguno en calzarse los guantes y colocarse en la portería. Y de vez en cuando participa en algún partido de balonmano, algo que horrorizaría a no pocos profesores de Música. "No hay que obsesionarse", repite.
Las actividades sin contraindicaciones son nadar y correr, o al menos marchar. El director Rafael Frühbeck de Burgos nadaba cuarenta minutos cada día. Lo recuerda el violonchelista Asier Polo, que estuvo varias veces de gira con él. "Lo hacía todas las mañanas. Si había piscina en el hotel, allí mismo; si no, buscaba una próxima". La pianista Elisabeth Leonskaja suele pedir un alojamiento con piscina cuando está de gira. O con playa próxima. Haga el tiempo que haga, indiferente a la temperatura del agua, nada más levantarse baja a nadar durante media hora o más.
Ainhoa Arteta camina todo lo que le permite el tiempo libre de que disponga y nada. "Es lo que hacemos más todos los cantantes. Viene muy bien incluso para los ejercicios de respiración". Joaquín Achúcarro opta por la natación y la bicicleta, dos deportes para los que, destaca, no depende de nadie porque puede hacerlo solo. También Leticia Moreno, la más deportista de todos los músicos consultados para este reportaje, se ha vuelto a subir a la bicicleta, algo que, asegura, no hacía desde la niñez. Asier Polo y el trombonista de la Orquesta Sinfónica de Bilbao Miguel Arbelaiz caminan por el monte a toda la velocidad que le permiten sus piernas y sus pulmones. Polo siempre ha sido aficionado a las caminatas, pero a Arbelaiz lo ha empujado un doble infarto que sufrió hace ocho años.
Más infrecuentes son otra actividades deportivas como el pilates. Jáuregui hace una tabla rápida media hora antes de salir al escenario, y durante los descansos, en los recitales, calienta los músculos mientras trata de mantener la concentración. Lo del cardiobox de Leticia Moreno es una verdadera rareza y los ejercicios para fortalecer los labios que Arbelaiz hace a diario los comparte con todos los intérpretes de instrumentos de viento porque es la parte de su anatomía que más sufre en las sesiones de trabajo particular, ensayos y conciertos.
Además de la práctica deportiva y del yoga como elemento de relajación, muchos instrumentistas son asiduos al osteópata. "Voy más o menos cada tres meses. Lo necesito porque la rigidez se nota en todo el cuerpo: la espalda, el cuello, los hombros, los antebrazos... Hay tablas de estiramientos que deberíamos hacer antes de los conciertos, pero no siempre hay tiempo". Es Asier Polo quien habla. A su juicio, sería muy conveniente que en los centros superiores de enseñanza de la música se explicaran técnicas para mejorar las posturas y evitar en lo posible la sobrecarga que termina por producir lesiones.
Lesiones y dolor, porque la música duele y agota. El solista pone la mejor de sus sonrisas cuando saluda al público tras la actuación, mientras recibe una salva de aplausos. Puede que la adrenalina le haga olvidar el agotamiento y el dolor muscular hasta el punto de prestarse a tocar uno o dos ‘bises’ para complacer al auditorio. Es como el corredor de 10.000 metros cuando da la vuelta de honor al estadio tras un triunfo apurado: se siente en la gloria, saborea la victoria y agradece al público su apoyo, pero sabe que unos minutos después, en la habitación de su hotel, se derrumbará sobre la cama y notará que le duele hasta el pelo.
Si bien es cierto mantenerse en forma hace bien como toda persona creo que hay que saber que ejercicios hacer y en que nivel.
Yo llevo un tiempo haciendo cardio y levantamiento de pesas en un gym y aveces subir demasiada masa muscular puede traer dificultades, los dedos tienden a engrosarse y con esto se pierde agilidad en el violin, ademas las manos se agrandan y produce una sensación diferente al tomar el instrumento, lo sientes mas pequeño y esto provoca que te equivoques mas en las notas.
Pero tambien tengo que destacar algo positivo y es que mis hombros se ensancharon y eso me ayuda a sostener mejor el violin.
Bueno es solo mi experiencia quizas los demas tengas mas cosas que agregar.
Claro que no es lo mismo las necesidades de un músico que puede llegar a tocar 8 horas diarias que un aficionado que apenas practica 1 ó 2.
Yo suelo ir también al gimnasio y es cierto que desde el punto de un violinista el ejercitar mucho la fuerza no sirve de nada, es mejor trabajar cardio, estiramientos, buenas posturas, etc. Aunque un buen tono muscular también ayuda a mantener una buena postura, sobre todo de espalda, es mejor no entrar en esa dinámica de gimnasio que hay a veces de intentar tener la mayor musculatura posible. Por eso son también muy buenos ejercicios como el yoga, pilates, danzas de todo tipo, etc.