He querido aprovechar San Fermín, así como los recientes eventos de SarasateLive! y el Concurso Internacional Sarasate, en Pamplona para dedicar este artículo al considerado mejor violinista español de la historia (y para algunos el segundo mejor del mundo, tras Paganini), el navarro Pablo de Sarasate.

Me parece que todo el mundo ama a Sarasate. O al menos todos los violinistas. Con una gran presencia escénica, elegante, seductor, en vida ya despertó auténticas pasiones (tanto musicales como personales) sólo comparables al actual fenómeno de «fans». Su fama y popularidad se asemejaban a la que tuvo Paganini, y provocó que incluso personajes de ficción como Sherlok Holmes (recordemos, también violinista) no se perdía, según su autor, sus conciertos. Pero es que además, como compositor, sigue siendo hoy en día uno de los autores favoritos en los repertorios de muchos grandes solistas.


Leticia Moreno, demostrando cómo sabe sentir la música del repertorio español:

He escuchado alguna que otra vez actuaciones en vivo de sus obras y siempre me transmite la misma sensación: la diversión, la felicidad de tocar el violín.

Resulta imposible resistirse a sus composiciones, todas dotadas de una dulzura y una gracia insuperables, obras absolutamente «violinísticas», que sólo un gran intérprete podría haber concebido, repletas de dificultades técnicas y virtuosísticas pero al mismo tiempo muy naturales al instrumento.

Pablo de SarasateFue además un gran propagador de las músicas tradicionales españolas, que utilizó como recurso para componer sus obras, plagadas de folklore: zorcicos vascos, jotas, aires andaluces, etc.

El abandono de sus estudios de armonía y composición, que su fulminante éxito como concertista le acarreó, pudo haber influido en el carácter más ligero de sus obras. A pesar de que se les suele acusar a veces de carencia de profundidad, lo que nadie puso nunca en duda es su formidable e imperecedero buen gusto.

Y además, su personalísima manera de tocar fue una inspiración para que otros compositores crearan música para él: Max Bruch, Edouard Lalo, Henryk Wieniawsky, Camille Saint-Saëns, Antonin Dvorak, Alexander Mackenzie e Ignacy Paderewski, todos rendidos a su personal manera de tocar, le dedicaron obras especialmente concebidas para su mano.


Siempre me ha parecido que Perlman toca especialmente bien a Sarasate. Bueno en realidad lo toca bien absolutamente todo:

 Pablo de Sarasate

Vida de Pablo de Sarasate

Martín Melitón Pablo de Sarasate y Navascués, el verdadero nombre completo de Pablo de Sarasate, nació en Pamplona el 10 de marzo de 1844. Como casi todos los grandes fue un niño musicalmente superdotado que alcanzó fama y reconocimiento a una edad muy temprana. En su biografía se mezclan superlativos que rozan la leyenda.

Se dice que cierto día, Don Miguel, el padre también músico del pequeño Pablo, se encontraba practicando unos difíciles ejercicios de técnica, unos arpegios que debía realizar con gran rapidez. Pero parece que Don Miguel estaba en dificultades con algún pasaje especialmente complicado. Su hijo, al verle, le dijo que él sí que era capaz de realizar aquellos complicados arpegios, a lo que su padre le invitó escéptico a que probara mientras permanecía expectante. El pequeño Pablo, atacó el pasaje en el que se había estrellado su padre y lo solventó aparentemente sin  mayor esfuerzo. Desde aquel mismo día, parece que Don Miguel de Sarasate no tocó más el violín.


Siempre he querido poder tocar el «Zapateado». Quizás algún día. De momento os tendréis que conformar con la versión de uno de los mejores actualmente: Gil Shaham

Otra anécdota: de niño, para acudir a sus clases, Sarasate tenía que pasar frente a una tienda de dulces, con las consabidas tentaciones infantiles. Un día el comerciante le ofreció golosinas a cambio de que tocara dentro del establecimiento para atraer a más clientes, a lo que el pequeño Sarasate accedió encantado. El éxito fue tan rotundo que esta transacción comercial se repitió en numerosas ocasiones.

Pablo de SarasateEn España rápidamente fue tan famoso que hasta fue presentado a la familia Real. Pero a los 12 años de edad sufrió una experiencia que forjaría y endurecería su personalidad afectiva: se encontraba de viaje en Francia acompañado de su madre, cuando esta enfermó de cólera. En muy poco tiempo, alojados en una modesta pensión, sin conocer el idioma y sin la presencia del progenitor, el pequeño Pablo vio como su madre moría sin poder hacer nada. El impacto de esta pérdida fue tal que permaneció un día entero junto a su cuerpo exánime, sin querer abandonarla, sin saber qué hacer, en absoluta soledad.

Sin embargo, a partir de esta desgracia se produjo una circunstancia que definió su carrera como músico: el cónsul español en Bayona, avisado del triste suceso, se hizo cargo personalmente del pequeño genio e inició una serie de gestiones que consiguieron que el Ayuntamiento de Pamplona le concediese una sustanciosa beca de estudios para ingresar en el prestigioso Conservatorio de París.

A partir de aquel momento, se podrían escribir muchas de sus actividades hasta su muerte, pero es sencillo resumirlo: recitales, viajes por Europa y América, fama y éxitos encadenados como concertista.

Dada su popularidad, la noticia de su muerte en Biarritz, a los 64 años, recorrió el mundo en pocas horas.

 Citas:

“Arrastra al público a la estupefacción, la admiración y el éxtasis en su mayor grado”…»Es el padre de la técnica violinística moderna»

Carl Flesch, El arte del violín, 1923

 

“El público se volvía loco en todas partes. Nunca he experimentado nada parecido. Si se me permite usar la expresión “volverse loco”, tengo que decir que me volví loco con Pablo.”

Max Bruch

 

“Sarasate, por el contrario, que poseía un tono deslumbrante, utilizaba frecuentemente el staccato volante, de manera no demasiado rápida, pero con una gracia infinita. Esta última cualidad, la gracia, iluminaba toda su manera de tocar, y era sustentada por un tono caracterizado por un supremo lirismo que, sin embargo, no era muy potente.”

Leopold Auer, «Violin playing as I teach it»

 

“Raramente hemos encontrado en un instrumentista igual exactitud y pureza de sonido; su manera de decir está a la altura de su ejecución: nos hemos limpiado repetidas veces los anteojos para convencernos de que era él solo quien tocaba… verdaderamente eran suyos aquellos staccatos, arrancados con una limpidez y pureza que ningún otro artista podría obtener”.

La France Musical, 1857. Sarasate acababa de ganar el Primer Premio de Violín del Conservatorio de París con 13 años

 

“Justeza absoluta, mecanismo irreprochable, arco firme, vigoroso y variado, seguridad prodigiosa de ejecución, estilo lleno de grandeza y de expresión, estas son cualidades cuyo ensamblaje hacen de Sarasate uno de los primeros artistas de este tiempo”… “Su mano izquierda está dotada de una rara destreza, sus trinos y las notas sobreagudas son de una precisión desesperante para los otros virtuosos y representan para nosotros el ideal de la perfección”.

Periódico Le Ménestrel, 1874

“Tocando, sin caer en comparaciones ridículas y fuera de lugar entre artistas de fama mundial, puede decirse que ha sido una de las más grandes personalidades que ha tenido el violín. Todos los demás son fruto de una escuela, pero Sarasate tocaba como nadie lo había hecho hasta entonces ni lo hizo después. Tal vez era debido a que nunca estuvo mucho tiempo bajo la misma tutela. En París trabajó hasta los doce años con D’Alard y luego siguió a impulso de su propia personalidad. Una de sus cualidades era el sonido, de una pureza que no he vuelto a oír jamás. A esto se unía una poesía infinita y una gran placidez. En lo sereno, en lo lírico, fue insuperable; la gracia de su temperamento esa esencialmente viril y fuerte, aunque tamizada por la gentileza y la galanura francesas”.

Enrique Fernández Arbós violinista concertino de la Filarmónica de Berlín y de la Sinfónica de Boston, profesor del Royal College of Music del Londres y director de la orquestas sinfónicas de Boston y Madrid

fotografía Pablo de Sarasate

“No creo que haya habido nadie con un aspecto más perfecto y una elegancia más acabada. Se diría que había nacido con el violín; que él y su instrumento formaban un solo cuerpo. En nada revelaba el menor esfuerzo. Cuando tocaba con orquesta, hasta el momento exacto de empezar, miraba distraído la sala entornando los ojos y atusándose el bigote; verdad o no, demostraba la despreocupación más absoluta y en el momento justo atacaba sin un solo gesto de preparación previa”.

Enrique Fernández Arbós

 

 

“Tu aparición en mi vida ha sido la más grande fortuna de este artista; sin ti yo hubiera continuado escribiendo mis insignificantes producciones… Gracias a ti ha nacido el concierto; yo dormía, tú al despertarme me lo has revelado. Con el Concierto comienza una nueva etapa en mi vida y durante ella iré hasta el fin de mi Roi d’Is pasando por la Sinfonía Española y el Concierto de violonchelo”.

Edouard Lalo

 

“Lo he escrito por requerimiento de Sarasate y expresamente para él. Las principales ideas de la obra nacieron del entusiasmo que ha hecho nacer en mí la indecible perfección con la que él ha realizado el primer concierto”. Y años más tarde escribiría: “Cuando pensé ayer vivamente en Sarasate y resurgía en mí el arte maravilloso de su manera de tocar, me sobrevino de repente un raptus, y me puse a escribir en una sola noche, casi la mitad de la Fantasía Escocesa”.

Max Bruch, sobre su segundo concierto de violín.

 

“Hijo de tierra de ensueños, pequeño de estatura, delgado y de figura romántica, pálido, rizoso y negro el cabello, ojos grandes del mismo color y algo saltones, sacaba de su violín un sonido cristalino y encantador, y mostraba una interpretación límpida y elegante. Todo ello le favoreció para que se llevara de calle a las señoras, a rastras de éstas a los varones, a los aristócratas y hasta a los partidarios del colega doblemente maltrecho que Sarasate sustituía. El milagro estaba hecho.”

Juan Manén, violinista barcelonés, a propósito de un concierto de Sarasate en Viena. En «Mis experiencias».

“Fijaba su mirada más allá de las cabezas del público y daba la impresión de que estaba ausente, como si la música que tocaba no fuera con él”.

Joseph Szigeti

 

“Cuando colocaba el violín debajo del mentón y todos creían que iba a comenzar lo dejaba caer, se colocaba un monóculo y observaba al público. Tenía una manera de dejar caer el violín que sobresaltaba al público. Lo deslizaba a lo largo de su esbelta figura, tomándolo del extremo justo a tiempo. Era un truco muy suyo”

Franz Kreisler

“Quienes asistían entonces a missoirées musicales de los lunes no han olvidado la brillantez de mi ilustre amigo; era tal su resplandor que durante varios años ningún otro violinista aceptó tocar en mi casa. Todos estaban asustados ante la idea de enfrentarse a la comparación. Y él no sólo brillaba allí por su talento, sino también por su espíritu y por la elocuencia inagotable de su conversación, siempre interesante y sabrosa”.

Camille Saint-Saëns

 

A mi parecer Sarasate es muy importante para cualquier violinista, sin ser tal vez un compositor de la talla de Beethoven, sí que se toca mucho durante los estudios,en concursos y en recitales. Ha influido mucho más por su dificultad técnica y a la vez diversión musical, aparte de haber sido un excelente violinista”

Vera Martínez Mehner

«Sarasate enseño a la gente como se toca afinado».

Ysaye

“Sarasate fue unos de los más grandes virtuosos de todos los tiempos. Pese a que su música es más una demostración de dominio técnico y espectáculo, el sonido que podemos apreciar en sus grabaciones es sublime, pleno de expresión y sentimiento.

Daniel Hope

«El mérito de Sarasate es que hizo popular la música clásica, precisamente lo que necesitamos ahora”

Ara Malikian 

 

Como curiosidad y para terminar, una grabación del propio Sarasate, aunque es casi inaudible:

Actualización: No puedo dejar de incluir este programa de Radio Clásica sobre un documental que se está produciendo sobre Pablo Sarasate. Muy interesante.

Fuentes:

SarasateLive!

Sarasate, violinista inmortal. Sinfonía virtual

Biografía de Sarasate

Esplendor y declive del violín romántico