La noticia no dejaba de ser una historia pintoresca con la que la empresa japonesa pretendía buscar un efecto de marketing para lustrar de tecnología punta sus productos. Por supuesto el robot tocaba con muy poca gracia y la anécdota no pasó de eso. Porque además, nos preguntamos ¿para qué querría nadie escuchar un violín tocado por un robot? ¿acaso lo que buscamos no es sentir el espíritu de alguien cuando escuchamos música?
Pero además, el robot de Toyota ya tuvo un predecesor, mucho antes incluso de que la propia compañía existiera. Y es que las máquinas creadoras de música parecen ser una constante en la historia.
A finales del siglo XIX y principios del XX, los países occidentales avanzados vivían en una fiebre de desarrollo industrial y técnico que se veía reflejado, tanto en el arte y la cultura, como en la vida diaria de la gente. Aunque el hombre parece querer siempre crear artefactos que realicen todas las tareas humanas, que mecanicen cualquier actividad o trabajo, en aquella época esa visión comenzaba a cobrar mucha fuerza y se reflejaba, no sólo en la creación de toda clase de ingenios maravillosos desde un punto de vista mecánico (sólo hay que pensar en la lista inacabable de patentes que desarrolló Thomas Edison) sino también en las visiones futuristas en obras literarias como las premoniciones de Julio Verne, las películas de Meliés, los tiempos modernos de Chaplin, la distópica Metrópolis de Fritz Lang o las visiones del escritor H.G. Wells. Y es curioso que esta especie de fiebre mecanicista e industrial nos ha alcanzado en el siglo XXI, en movimientos estéticos como el «steampunk» con un pequeño pero muy fiel grupo de seguidores que añoran esta mezcla de engranajes y moda victoriana.
Y esta obsesión también alcanzó a la música, donde encontramos numerosos ingenios que sustituyen a los hombres como intérpretes. Bastante antiguas son las máquinas que conseguían hacer sonar un piano sin pianista, pero seguro que no habíais oído hablar de la versión que hacía lo mismo tocando el violín: el Violano Virtuoso.
Un poco de historia:
El inventor de estos artilugios fue un contemporáneo de Edison, un tal Henry Konrad Sandell, quien, con 12 años, llegó a los Estados Unidos desde Suecia en el año 1888 y que ya a los 21 años consiguió que se le concediera una patente por diversos mecanismos que más tarde utilizaría en su invención.
El 25 de marzo 1905 Henry Sandell presentó una solicitud de una patente de Estados Unidos para una máquina violinista eléctrica que funcionaba con monedas. La patente fue concedida, con el número 807871, el 19 de diciembre de 1905 y asignada a la compañía Mills Novelty Company.
Este precursor de la Violano Virtuoso era conocido como el Automatic Virtuosa y no incorporaban piano, pero en seguida se detectó la necesidad de un acompañamiento de piano para hacerlo más popular. Así que casi todas las maquinas fueron devueltas a la fábrica y retro-equipadas con un piano de nuevo. Hasta hace poco, sólo quedaba una de las primigenias máquinas sin piano. Pero su propietario decidió hace 10 años equiparlo también con un piano de rodillo, con lo que probablemente se perdió un objeto histórico único.
El añadido del piano cambió el nombre de la máquina a Violano Virtuoso, tuvo un gran impacto y fue designada por el Gobierno de Estados Unidos como «uno de los ocho grandes inventos de la década», lema que se incluyó en todas las máquinas posteriores.
Más tarde surgieron las máquinas con dos violines que fueron conocidas como Modelo De Luxe Violano Virtuoso o, más comúnmente, la Double Mills.
En 1914, un instrumento con muchos rollos originales fue cedido por la Compañía Mills al Instituto Smithsonian, que todavía se conserva en la actualidad en la Oficina de Administración del Smithsonian. Dichos rollos fueron prestados a su vez por el Smithsonian para la grabación digital, de manera que esta música antigua ha podido estar de nuevo disponible para los coleccionistas.
La fabricación de esta máquina se detuvo en 1930 y Henry Sandell murió en 1948. En el momento de su muerte, Sandell tenía concedidas más de 300 patentes, muchas de ellas tecnologías utilizadas en la Violano Virtuoso.
Cómo es la Violano Virtuoso
Frente a las máquinas de piano clásicas, puramente mecánicas, la Violano Virtuoso era totalmente eléctrica y todos sus componentes móviles funcionaban con motores eléctricos o electroimanes. Se alimentaba con cualquier corriente de alumbrado eléctrico ya que estaban diseñadas para operar con 110 voltios de corriente continua. En los lugares en los que tenía 110 voltios de corriente alterna u otros voltajes, los instrumentos utilizaban un transformador.
El violín en sí disponía de cuatro cuerdas clásicas, abarcando una octava en cada cuerda, de modo que podía reproducir 64 notas en total. Además, las cuatro cuerdas se podían tocar al mismo tiempo, lo que permitía reproducir acordes de cuatro notas simultáneamente.
Curiosamente, todos los Violanos de la casa Mills estaban afinados con un La=435, que era la puesta a punto original de la fábrica durante la producción.
La mayoría de los instrumentos Violano Virtuoso funcionaban con monedas aunque algunos modelos se fabricaron para uso doméstico y no tienen el mecanismo. Algunos de los modelos primigenios sólo tenían un botón On/Off.
Para reproducir las canciones, el mecanismo del instrumento utilizaba rollos de papel perforado. La mayoría de los rollos contenían cinco canciones (aunque algunos albergaban diez o más), casi todas ellas melodías de moda en la época. Pero no se podía seleccionar un tema concreto, ya que el rollo tenía que ser tocado desde el principio hasta el final.
Durante su periodo de construcción, la compañía Mills llegó a producir hasta 3.121 rollos diferentes, aunque algunas canciones aparecen en más de un rollo. Actualmente, más de 6.000 canciones han sido grabadas digitalmente a partir de rollos originales. Una lista que cubre más del 95% de los rollos que se produjeron, lo que da como resultado unas 13.000 canciones en total.
La Violano Virtuoso es un objeto bastante pesado, con un peso alrededor de media tonelada. La primera página del manual Violano Virtuoso indicó que para levantar el instrumento desde la entrega del vagón sería necesario disponer de «3 buenos hombres».
El gabinete de madera en el que se aloja el mecanismo era generalmente roble o caoba, pero algunos también estaban disponibles en roble y nogal.
Además de la Violano Virtuoso, la Mills Novelty Company desarrolló otros instrumentos musicales automáticos como el Viol-Cello, el Viol-xilófono, el cuarteto de cuerda Quartette Mills, el piano de juego de carreras de caballos Mills, y el piano eléctrico Mills, pero por desgracia no se conoce que queden muestras de estos instrumentos hoy en día.
La máquina, hoy
Se estima que el número de máquinas Violano construidas oscila entre 4.000 y 5.000. De ellas, se calcula que 750 todavía existen hoy en día. Sin embargo, la doubles Mills es mucho más rara y cotizada, ya que se calcula que sólo sobreviven unas 100 máquinas en todo el mundo. Si queréis saber cuánto podría costar hoy una de estas máquinas, debéis saber que hace poco se vendía una doubles Mills restaurada en por 150.000$.
A las máquinas restauradas hoy se les añade un sistema de conexión a ordenador que les permite reproducir más de 5.000 temas digitalizados por la compañía, incluidos artistas más modernos como los Beatles, o géneros como el jazz o blues.
Hoy en día vemos estos artilugios con una mezcla de admiración y condescendencia, pensando cómo puede alguien llegar a pensar que un artilugio así era una idea con un gran futuro.
«Vibrante, con viveza e intensidad, le auguro un maravilloso futuro a este instrumento».
Mischa Elman
Pero vaya, tampoco vamos a vanagloriarnos desde una época cuyo objeto más exitoso es el palo de «selfie».
Y seguro que ya estabais deseando saber como suena: